En otras épocas, en la estación Sierra de la Ventana se detenían hasta tres trenes de pasajeros por día. Todos partían de Constitución y tenían diferentes destinos: uno iba a Bahía Blanca, otro a Neuquén-Zapala y el tercero, a Bariloche. Trenes enormes, con tres clases, camarotes, vagón restaurante y hasta chapas automovileras (para cargar autos).
Pero en la década de 1990 comenzó la decadencia, y no se detiene: en 2018, el gobierno de la provincia de Buenos Aires liquidó la empresa Ferrobaires, y la estación Sierra de la Ventana quedó en silencio, excepto por algún tren de carga que pasa cada tanto, sin detenerse.
La Familia García dedicó sus energías a armar un museo, recolectando objetos relacionados con la historia del tren. Fueron recuperando pequeños grandes tesoros: antiguos teléfonos, máquinas y bastones piloto del viejo sistema de postas, chapas, placas del Ferrocarril del Sud -cuando era inglés-, y de tiempos posteriores, cuando se estatizó.
También viejas salamandras y lámparas, una zorrita de una cuadrilla soldadora, rieles barlow de 1849 y hasta una hermosa “ferrocleta”, una bici para circular sobre las vías, con tres ruedas equipadas llantas de Ford A. Todo está impecable, recuperado y pintado como era originalmente.
Y aunque lo lindo sería que volvieran a pasar los trenes, por ahora queda un “premio consuelo”, y es que la estación Sierra de la Ventana haya sido declarada “Sitio Histórico Cultural”.