Sheila no es una persona, sino un perro, uno de los tantos perros que muestran fidelidad sin condiciones hacia su “humano”.
Su dueño, cayó preso por asalto y hace más de un año que la perra, una mezcla de mestiza con Golden, no se va de la comisaría. Primero, empezó asomándose desde afuera, hoy es una integrante más de la institución. Gracias al amor de los policías, Sheila entra y sale de allí, es alimentada y hasta duerme adentro.
Cómo comenzó la historia
“El día en que hicimos el procedimiento y trajimos al hombre a la dependencia, al rato Sheila se presentó y ya nunca se fue. Creemos que debe haber seguido al patrullero”, dijo el subcomisario Juan José Martiní.
Como su dueño cumplirá una condena de tres años y medio, se presume que Sheila vivirá allí hasta que recupere su libertad. Al menos eso es lo que quieren los trabajadores de la comisaría, quienes aseguran que cuando llegue ese momento “la van a extrañar mucho”.
“Desde el primer minuto Sheila, que tiene 4 o 5 años, se plantó afuera del edificio. Enseguida se ganó el cariño de todos y hoy forma parte de la familia de la dependencia, tan integrada esta que cuando el personal sale a recorrer las calles a pie ella los sigue”, agregó Martiní.
“Acá todos la atienden y la cuidan, le dan de comer y agua. Como muestra del cariño que se ganó, hace un tiempo otro perro, un dogo, la atacó y la lastimó bastante. Enseguida el personal la llevó a una veterinaria donde la curaron y estuvo 15 días internada, y los gastos se cubrieron desde la comisaría”, aseguró.
Afortunadamente, el amor es más fuerte, y su dueño tiene permitido compartir momentos con ella, quien es, por cierto, una víctima del caso, que sólo quiere estar cerca de su amigo. “Siempre entra a ver a su dueño, hasta duerme adentro de la comisaría. Es hermosa, y cuando salimos de patrulla pedestre, sale con nosotros”, contaron.
Fuente: La Arena