El puntaltense Gustavo D’angelo tras un accidente de tránsito que terminó con la amputación de una de sus piernas, nunca perdió la esperanza de trabajar para la gente con alguna discapacidad. Es por eso que se centró en el diseño de sillas adaptadas para deportes como basquet y rugby, y las sillas anfibias, que cada vez más se ven en las playas, no solo del país, sino que han llegado a países como Chile y Colombia.
El objetivo de estas sillas diseñadas por Gustavo y su padre, es integrar a las personas con algún tipo de discapacidad a las playas, para hacer un turismo más accesible y que quienes padecen algún tipo de impedimento físico puedan disfrutar del mar y la arena. Se estima que de cada 100 mil turistas, 10 mil tienen algún tipo de discapacidad.
Cada vez más balnearios incorporan sillas anfibias a sus propuestas de verano para que, de manera gratuita, las personas con discapacidades motrices o con movilidad reducida puedan disfrutar de la arena y el mar. Aparecieron por primera vez en Orense, Monte Hermoso y Santa Teresita, posteriormente en Villa Gesell que se convirtió en la primera playa integrada, y más tarde llegaron a Río Negro, donde está legislado que cada playa debe tener una silla anfibia a la que se accede mediante la presentación del DNI.
En 2017, la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME) de Buenos Aires lo reconoció como el Joven Empresario del Año, entre 500 participantes. Los diferentes modelos de sillas anfibias son cada vez más utilizados en el mundo.
Pese a este reconocimiento en la Argentina, en 2016 se presentó en el Congreso Nacional un proyecto de ley para que todas las playas del país tengan sillas anfibias, pero la iniciativa no avanzó.
Esta entrada ha sido publicada el 14 de enero, 2019 09:34
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