Luciana Bustos Sánchez, científica del Conicet, es la única sospechosa del crimen de Marcelo José Amarfil, un profesor de Educación Física al que conoció en el gimnasio donde él daba clases.
La mujer de 34 años es la única acusada del asesinato ocurrido durante la noche del 16 de enero y la madrugada del 17 de enero de 2024 en la provincia de San Juan. El lunes pasado comenzó el juicio oral y público contra la investigadora, quien se negó a declarar. La Justicia la acusó de “homicidio doloso doblemente agravado por el vínculo y por mediar alevosía”.
El primer policía que llegó al lugar se encontró con una escena tan violenta como sangrienta. Con el cuerpo de Amarfil sobre el asfalto, Bustos Sánchez le dijo al agente: “Mi amigo se mató, se mató con un cuchillo. Le dio un brote psicótico”.
La versión fue confirmada a TN por Graciela, hermana de la víctima. Fue ella quien reveló que aquella noche la científica pasó a buscar a Amarfil. “Lo convencí a tu hermano, vamos a salir”, le avisó Luciana a Graciela, mientras esta última estaba en su habitación en la casa que compartía con Marcelo.

Arreglaron para ir a cenar al bar “Hormiga Negra”, algo que solían hacer con frecuencia, y se fueron en el Ford Focus de él. Cuando regresaban, estacionaron en una calle poco transitada, cerca del aeropuerto Domingo Faustino Sarmiento. Allí habrían tenido relaciones sexuales.
La Justicia investiga sila científica le ató las manos al volante y le puso un antifaz. Aprovechando ese estado de vulnerabilidad, se sospecha que lo degolló y lo acuchilló seis veces, mientras él intentaba defenderse.
Graciela explicó que su hermano estaba atravesando un duro momento personal tras la muerte de su mamá, que ocurrió dos meses antes del brutal crimen.

“Parece que ellos tenían esa relación de sadomasoquismo, porque le puso las esposas con una cadenita y un antifaz. Al parecer habían tenido sexo porque estaba desnudo y se encontró hasta semen. Mi hermano era zurdo y las heridas estaban del lado derecho”, afirmó la mujer.
Una relación afectuosa, negocios inmobiliarios y un crimen inesperado
“Ella siempre estaba acá, venía todos los días. Tomaban mates y hablaban todo el tiempo. Participaba de todos los acontecimientos de la familia, hasta cumpleaños. Nunca imaginamos que podía llegar a hacer esto. Todos acá la conocían. “La Luchi” -como le decían- te solucionaba todo siempre. Era la más predispuesta para todo”, señaló Graciela.
Sobre la afectuosa relación que tenían, contó: “Con los años ella se volvió parte de la familia. Mi hermano le decía ´vida´, le tenía un cariño muy especial. Nunca nos dijeron que eran novios o pareja, pero era un trato más que de amigos”.
De acuerdo a lo que contó, en 2019 Marcelo y Luciana empezaron una especie de negocio inmobiliario. “Miraban terrenos para comprar, edificar y venderlos”, precisó.
Sin embargo, no sabía con exactitud cómo era su modelo de negocio, ya que “eran muy cerrados”, aunque sí le contaron que tenían pensado abrir dos gimnasios. “Creemos que el desencadenante fue la plata, no encuentro otro motivo”, dijo.