Siempre podemos aprender de las crisis, si logramos tanto como individuos como sociedad elaborar los sufrimientos y desarrollar la capacidad para reflexionar de forma crítica. La emergencia de la pandemia por covid-19 pone en evidencia la interacción y la interdependencia de nuestra sociedad, y marca la necesidad de encontrar un nuevo equilibrio ecológico (y social) si no queremos que la próxima pandemia sea aún peor.
Esta es una catástrofe en curso que involucra a todos los ciudadanos, al momento de escribir esta nota en el mundo fallecieron a causa del covid-19 aproximadamente 2.500.000, en argentina 51.000 y en nuestra ciudad 338 vecinos.
Como sociedad estamos transitando emergencias anteriores a la aparición de la pandemia y vemos como las emergencias se potencian y se articulan. La pandemia discrimina claramente a los grupos más vulnerables, mujeres y los niños con los incrementos de violencia, los trabajadores precarizados que ganan su sustento diariamente y que no pueden salir a trabajar, las personas de la tercera edad, los que viven en la calle o en instituciones, y los grupos más carenciados y vulnerables de nuestra sociedad.
La pandemia puso en evidencia las luces y sombras del sistema de salud tanto público como privado, pero ya venían de antes.
¿Estamos todos locos?
Sostenemos que las “reacciones” durante el transcurso de una catástrofe, no deben ser pensadas en términos de psicopatología o “patologías psiquiátricas”, se trata de reacciones pertinentes a las circunstancias, a las formas de afrontamiento de los problemas que la situación plantea. Deberíamos reconocer que las “locuras” no son potestad de ningún diagnóstico psicopatológico o psiquiátrico, todos sabemos que frente a las circunstancias adecuadas podemos enloquecer de forma transitoria, o comportarnos de esta forma para encajar en un grupo o bajo cualquier forma de fanatismo apasionado o por las más diversas formas de “intoxicación”.
La salud mental es una construcción colectiva, un producto determinado de formas múltiples desde la cultura, la economía, la historia, la biología. Las situaciones de crisis impactan en la vida cotidiana y se expresan en el mundo emocional y por consiguiente en los vínculos afectivos. Por ejemplo, en la actualidad hemos presenciado como la difusión de opiniones en los medios, contraria a las vacunas o propiciando el uso de cloroquina entre otros, han generado una actitud de desconfianza hacia una estrategia preventiva fundamental como es la vacunación.
En la ciudad de Bahía Blanca en el primer nivel de atención en salud mental durante el año 2019 se atendieron 17.859 consultas de psicología y en el año 2020 se atendieron 20.660,el incremento de las intervenciones se debe a que se desarrollaron estrategias de acompañamiento a la población, las estrategias de contingencia en la ciudad frente a la pandemia desde el departamento de salud mental de la secretaría de salud municipal incluyeron continuar con la atención de los usuarios del sistema de salud, apoyar a los trabajadores de salud, participar en los procesos de seguimiento epidemiológico de la población en general y articular el trabajo con otras instituciones y jurisdicciones.
En la unidad operativa de orientación en salud mental de Bahía Blanca (UOCSAM)[1], de atención no presencial, se recibieron de marzo a diciembre del 2020: 4.844 consultas, y los equipos de trabajo en salud mental pensamos en nuevas formas de trabajo integral en promoción de la salud local.
Actualmente, como sociedad estamos, en un cruce de caminos, el futuro no será volver al pasado anterior a la pandemia, se trata de tener en cuenta el factor humano, cultural y social en esta crisis, y participar en la transformación necesaria de nuestras formas de vivir y de trabajar.
Hugo Kern es licenciado en Psicología y Jefe del Departamento de Salud Mental y Adicciones de la Secretaría de Salud de la Municipalidad de Bahía Blanca
[1]Atención telefónica en salud mental del departamento de salud mental 2914551159 2914261642 de lunes a viernes de 9 a 15 horas