Quizás, todavía no podamos dimensionar en su totalidad los cambios operados en nuestras vidas en el último año, y en el futuro próximo. Y con igual magnitud, el impacto sobre las instituciones, tal como hoy las conocemos.
A quienes nos encontró gestionando realidades municipales, se nos presentaron múltiples desafíos. Por un lado, la complejidad propia de la pandemia, desde el ámbito de la salud, la economía y la demanda social. Y por otro, dejo al descubierto los desequilibrios de un sistema institucional que no estaba preparado para afrontarlo. Concentrando recursos y tomando decisiones en niveles de gobierno alejados de las personas de carne y hueso, donde se efectivizan las acciones.
Por eso, necesitamos reivindicar la acción local en todos sus aspectos, inclusive desde lo institucional. Con autonomía y suficiencia.
Y para lograrlo, necesitamos participar de cada espacio de decisión, donde la opinión de nuestros vecinos pueda ser oída, conforme la magnitud que cada problema representa, respetando su idiosincrasia.
Integrando desde esa localía, una región que comparte demandas de inversión en infraestructura, cuyo pasivo se acumula por años, sin importar los colores políticos, y nos afecta a todos.
El camino electoral representa, el cauce natural donde la ciudadanía decide su destino. La forma en que se desarrolla, respetando sus principios esenciales, también requieren de una adecuación con la realidad actual.
Hacer más eficiente el gasto electoral, adecuando sus tiempos, respetando las autonomías locales, promoviendo mecanismos más transparentes y económicos, como la boleta única papel, en circunstancias como estas, configuran también un mensaje de sensatez y respeto por nuestros vecinos.
Por Carlos Bevilacqua, intendente de Villarino – Acción por Villarino