La clase media argentina enfrenta un desafío crítico para evitar caer en la pobreza, especialmente en un contexto donde el poder adquisitivo ha disminuido drásticamente.
Con el salario mínimo más bajo de la región, que actualmente se sitúa en $262.432 (equivalente a US$ 193), la situación económica se vuelve cada vez más precaria.
Según un análisis de la consultora W, para ser considerada clase media alta, un hogar necesita un ingreso neto mensual de al menos US$ 1.800, mientras que la clase media baja requiere un mínimo de US$ 900.
La estructura social en Argentina muestra una distribución preocupante: el 37% de la población pertenece a la clase baja, el 25% a la clase media baja, y solo un 5% a la clase alta. Este panorama revela que la identidad histórica del país como un bastión de clase media está en peligro, como lo señala Guillermo Olivetto, director de la consultora.
La pobreza ha alcanzado niveles alarmantes, con un 54,9% de la población en situación de pobreza y un 20,3% en indigencia. Algunas regiones, como Gran Resistencia en Chaco, presentan cifras estremecedoras, con 79,5% de pobreza y 38,6% de indigencia. La mayoría de las provincias superan el 50% de pobreza, lo que indica una crisis social de gran magnitud.
Olivetto destaca que todos los estratos sociales han tenido que reducir sus gastos. La caída del Producto Bruto Interno (PBI) del 5% entre 2011 y el primer trimestre de 2024, junto con una disminución del 16% en el consumo de productos básicos, refleja una tendencia preocupante en la economía del país. Este descenso en el consumo se traduce en una reducción del 29% per cápita, lo que afecta a todas las clases sociales.
Durante el primer semestre de 2024, el consumo masivo ha caído un 8,5% en comparación con el mismo período del año anterior. Las cifras son aún más desalentadoras en supermercados y autoservicios, con caídas del 10% y 7%, respectivamente. Los productos más afectados incluyen bebidas alcohólicas, higiene y cosmética, así como alimentos, lo que sugiere que los hogares priorizan la compra de lo esencial.
En junio, la situación se agravó, con un desplome del 12,5% en el consumo general. Las caídas más significativas se registraron en productos impulsivos y bebidas, lo que indica una reducción drástica en el gasto familiar. Este escenario resalta la creciente dificultad que enfrenta la población argentina para acceder a bienes básicos, evidenciando una crisis económica que amenaza con profundizarse si no se implementan medidas efectivas. (El Economista)
Esta entrada ha sido publicada el 12 de agosto, 2024 16:41
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