La decisión por la que venían presionando los demócratas se conoció ocho días después del intento de asesinato a Donald Trump. Quedan poco más de tres meses para lograr instalar a la vice como candidata, si la aprueba el partido.
Estados Unidos vive en un estado de alerta permanente. Ocho días después del frustrado atentado que casi acabó con la vida de Donald Trump, los estadounidenses vivieron este domingo una jornada de gran incertidumbre con la renuncia del presidente Joe Biden a la candidatura demócrata.
Asediado por sus propios aliados y en medio de crecientes dudas sobre su aptitud mental y física, decidió bajar su postulación y bendijo a su vice, Kamala Harris, como su sucesora.
“Ha sido el mayor honor de mi vida ser su Presidente. Y si bien mi intención ha sido buscar la reelección, creo que lo mejor para mi partido y para el país es que me retire y me concentre únicamente en cumplir mis deberes como presidente durante el resto de mi mandato. Hoy quiero ofrecer todo mi apoyo y respaldo para que Kamala sea la candidata de nuestro partido este año”, afirmó Biden, de 81 años.
Poco después, la actual vicepresidenta aceptó el desafío y agradeció el respaldo a través de una carta. “Me siento honrada de contar con el respaldo del Presidente y mi intención es ganar esta nominación”, escribió.
La decisión de Biden fue aplaudida por los principales exponentes del Partido Demócrata, pero al mismo tiempo la dirigencia republicana salió a cuestionar al presidente y exigió su renuncia. El argumento opositor es polémico: si no está capacitado para buscar la reelección, tampoco lo está para ejercer la presidencia, afirmaron. Sin embargo, Biden dejó en claro que concluirá su mandato.
Ahora comienza la verdadera campaña. A menos de tres meses y medio de las elecciones previstas para el 5 de noviembre, los demócratas jugarán con nuevas cartas. Hasta hoy, el candidato republicano, Donald Trump, mantenía una ventaja considerable sobre Biden en las encuestas y más aún después del ataque frustrado del 13 de julio en el que una bala le rozó la oreja durante un acto en Pensilvania.
Pero Harris no es lo mismo que Biden. Los sondeos la ubican más cerca de Trump en el favoritismo de los electores. Sin embargo, el Partido Demócrata aun debe avalar su postulación.
De hecho, su candidatura no está asegurada. La convención nacional demócrata debe reunirse el 19 de agosto en Chicago, aunque se multiplican las voces que piden una votación virtual a principios del mes que viene para apurar los tiempos. Afirman que aguardar la reunión partidaria, en la que 3900 delegados deberán elegir quién reemplazará a Biden en la fórmula, es darle demasiada ventaja a Trump.
El mayor temor en las filas demócratas es que se desate una lucha interna por la postulación. Por ello, dos pesos pesados del partido, Bill y Hillary Clinton, se apresuraron por respaldar la nominación de Harris. Pero Barack Obama fue más cauto y pidió elegir “un candidato extraordinario”, sin tomar partido por ningún referente, lo que desató una ola de interpretaciones y generó una mayor incertidumbre interna.
En ese escenario la mejor noticia que recibió Harris fue el respaldo del rival de mayor peso en una eventual lucha interna por la nominación, el gobernador de California, Gavin Newsom, de 56 años. “Con nuestra democracia en juego y nuestro futuro en el punto de mira, nadie está mejor posicionado que la vicepresidenta de Estados Unidos @KamalaHarris para oponerse a la visión oscura de Donald Trump y guiar a nuestro país en una dirección más saludable”, escribió Newsom en la red social X.
En carrera quedan algunos competidores que le pueden surgir a Harris en su intención de tomar la posta de Biden y llegar a la Casa Blanca. La lista incluye a Gretchen Whitmer, la popular gobernadora de Michigan, de 52 años; y Josh Shapiro, gobernador de Pensilvania, de 51 años. Detrás de ellos corren con desventaja los gobernadores de Illinois, Jay Robert “JB” Pritzker; de Maryland, Wes Moore, y de Kentucky, Andy Beshear, así comola senadora Amy Klobuchar y el secretario de Transporte, Pete Buttigieg.
La salida de Biden de la escena electoral fue un triunfo para Trump. Pero en forma simultánea, es una pérdida. Sus continuos ataques a la supuesta incapacidad mental y física del presidente decantaron en la renuncia del actual mandatario a su postulación.
El líder republicano es consciente de que Biden era el oponente más débil en su lucha por llegar a la Casa Blanca. Ahora, cualquier candidato que lo reemplace tendrá más posibilidades de hacerle frente y más aún si el oficialismo logra posicionarse en conjunto detrás de una nueva fórmula.
Los republicanos, con Trump a la cabeza, deberán cambiar la estrategia. Ya no le servirá a atacar a Biden. Deberán concentrarse en cuestionar al gobierno y criticar a quién se postule a la Casa Blanca. Por lo pronto, toda la ofensiva estará dedicada a desgastar la figura de Kamala Harris, quien aparece con mayores posibilidades de alcanzar la nominación.
Los primeros cuestionamientos apuntaron a la política migratoria. Biden le encargó a su vice la administración de la crisis migratoria desatada en la frontera sur y que hoy es uno de los ejes principales de la campaña. Los exponentes republicanos le achacan a Harris un fracaso estrepitoso en la gestión de la crisis.
A su favor, Trump seguirá en campaña mientras los demócratas buscan un nuevo postulante presidencial. Tendrá casi un mes de ventaja, salvo que el partido oficialista logra consensuar antes un nombre y adelantar su nominación de manera virtual. El tiempo juega a favor de Trump.
Fuente: TN
Esta entrada ha sido publicada el 22 de julio, 2024 09:53
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