El ojo humano tiene la capacidad de transformar el reflejo de la luz en colores. A lo largo del tiempo, esta aptitud se fue perfeccionando a tal punto, que somos capaces de dar nombre a todos aquellos colores que percibimos.
Sin embargo, existen dos colores que están presentes en objetos de la cotidianeidad como la ropa o las flores pero que verdaderamente no existen.
Cuál es el color que todos podemos ver, pero que realmente no existe
La comunidad científica no tiene muy claro si incluir estos colores o no en la paleta cromática, ya que su existencia no está del todo confirmada.
Se trata del color rosa y el magenta. Si tomamos como referencia el espectro de luz visible, podemos observar todos los colores que conocemos, partiendo del rojo y terminando en el violeta, pero no encontraremos estos tonos.
Según el sitio TecnoXplora, no deberíamos ser capaces de ver este color debido a que no tiene asociada una longitud de onda.
Nuestros ojos tienen células especializadas en detectar los tonos azules, verdes y rojos, surgiendo el resto de colores de una combinación entre ellos.
Sin embargo, aunque el rosa no tenga longitud de onda, somos capaces de observarlo ya que este color nace de la combinación de valores extremos del espectro.
Qué es el espectro visible y por qué no aparece el color rosa
El espectro visible o luz visible es la región del espectro electromagnético que el ojo humano es capaz de percibir y traducir en los distintos colores que conocemos.
Las radiaciones electromagnéticas tienen distintas frecuencias, de las cuales nuestro ojo es capaz de percibir apenas un segmento: el correspondiente a las longitudes de onda entre 380 y 750 nanómetros aproximadamente.
El espectro visible incluye todos esos colores que pueden ser producidos por la luz visible de una sola longitud de onda. Foto: CPA Studio
Según National Geographic, los colores generados a partir de las ondas electromagnéticas no incluyen el rosa, ya que se trata de un color que no tiene absolutamente ninguna longitud de onda asociada, por lo que en realidad no deberíamos verlo.
Lo que sucede es que logramos captar el color rosa a través de una combinación que hacen nuestros ojos a partir del rojo y el azul puro.
Cuando vemos un objeto rosa no es porque lleguen a nuestros ojos partículas de luz con una longitud de onda equivalentes a ese color, sino que se reflejan de forma conjunta las frecuencias límite del espectro, absorbiendo las centrales, y dejando que nuestros ojos las combinen dando lugar al cotidiano color rosa.
De esta forma, nuestro cerebro es capaz de crear un color nuevo, inexistente de por sí en la naturaleza.
Fuente: Clarín