Luego de escuchar el veredicto que lo condenó a prisión perpetua por el homicidio doblemente agravado de Fernando Baez Sosa (18), Máximo Thomsen (23) colapsó. Y no es para menos: sobre él y otros cuatro rugbiers -Enzo Comelli (22), Matías Benicelli (23), Luciano Pertossi (21) y Ciro Pertossi (22)- recayó lo más duro del Código Penal de la Nación.
Sólo tres de los 8 acusados que llegaron a juicio -Blas Cinalli (21) Ayrton Viollaz (23) y Lucas Pertossi (23), sentenciados a 15 años como “partícipes secundarios”- podrán ponerse hoy a hacer cuentas. Para ellos, la Justicia prevé que en cuatro años y medio -en 2027- accedan a salidas transitorias (llegarían a la mitad de la condena al sumar los tres años que ya llevan presos) y en siete (2/3 partes) -2030- obtengan la libertad condicional.
En lo que respecta a los cinco coautores, si ningún tribunal superior alivia la condena dictada este lunes en Dolores, lo que les espera es un camino que hasta hoy nadie recorrió hasta el final.
Los jueces de Dolores le dijeron a Thomsen que deberá pasar preso los próximos 47 años de su vida (tres ya lleva cumplidos) hasta 2070, sin posibilidad de conseguir salidas transitorias ni lograr la libertad condicional. Ante una sentencia así cuesta ver la luz al final del túnel y de hecho es un túnel que todavía nadie atravesó de punta a punta.
¿Cómo es la cuestión?
Los cinco rugbiers considerados como coautores del crimen de Fernando Báez Sosa fueron condenados a la única pena contemplada para esa calificación: la prisión perpetua. Si la sentencia queda firme serán sometidos a un conjunto de normas que con el paso de las décadas se fueron agravando en escala geométrica, pero que no tienen mucho recorrido en la jurisprudencia porque, en términos históricos, son muy nuevas.
El límite de 50 años fue fijado en el año 2004 por la llamada Ley Blumberg, y en 2017 dos reformas complementarias le pusieron más alambres de púas al cerco: para algunos delitos graves como el homicidio agravado se prohibieron las salidas transitorias o libertad anticipada al cumplir los 35 años de prisión.
Es bueno aclarar un punto: no todos los delitos penados con prisión perpetua anulan la posibilidad de la condicional pero el homicidio agravado esta en la lista de las figuras que imposibilitan lograr la libertad anticipada.
Penas cada vez más duras
Antes de la Ley Blumberg y durante décadas (de hecho desde 1921 hasta 2004), el cómputo de la prisión perpetua se consideraba así: 25 años como tope máximo con posibilidad de pedir la libertad condicional a los 20, salvo en el caso de los reincidentes.
Ya no es más así.
Ahora ni la buena conducta, ni el trabajo intra muros, ni el estudio tras las rejas ni nada le serviría a Benicelli, Comelli, Thomsen o los Pertossi para aliviar su situación en el sistema de Ejecución Penal.
Eso dice la letra de la ley pero la verdad es que, como todavía no pasaron ni dos décadas de las reformas, no hay un caso testigo para tener una referencia de los grises, de lo que fueron opinando los jueces en diferentes causas.
Parece obvio decirlo, pero como las reformas fueron en 2004 y en 2017 ningún preso condenado por ellas llegó al punto de intentar siquiera solicitar alguna morigeración. En consecuencia, ningún juez dio su opinión en un caso concreto y menos aún lo hicieron miembros de la Cámara de Casación o la Corte.
Entonces, ¿cómo se ejecuta la pena a prisión perpetua de un homicidio agravado? Solo hay respuestas teóricas y diferentes visiones.
Para algunos el hecho de ser primarios, personas sin antecedentes penales, le daría herramientas a la defensa para (si fracasa en todas sus apelaciones) plantear el límite temporal de pena en 35 y solicitar la posibilidad de una revisión y una libertad condicional al cumplir 20 años de encierro.
Pero esto no está escrito en ningún fallo aún y, como la sentencia no está firme, el cómputo de la pena todavía no se hizo. Hoy los 50 años son 50 años, sin vueltas, sin recortes, sin luz al final del túnel. (Clarín)