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Día del Orgullo LGBT: de sus orígenes en Nueva York a las movilizaciones y demandas actuales

Deseo, revuelta y liberación. Se cumplen 53 años de una fecha que se convirtió en un hito para la comunidad LGBTIQ+.

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Cada 28 de junio, en distintos países del mundo, las calles se llenan de banderas coloridas. La celebración de la diversidad está unida a la visibilización de los reclamos del colectivo. No es novedad: el Día Internacional del Orgullo LGBT lleva la lucha como marca de nacimiento.

Sus orígenes se remontan a 1969, a una histórica rebelión en el bar neoyorquino Stonewall Inn, del barrio Greenwich Village. Allí, gays, lesbianas, travestis y transexuales se opusieron colectivamente a una redada de las fuerzas de seguridad.

No era la primera. Pero, como recordaba Michael Fader, uno de los participantes: “Teníamos un sentimiento colectivo de que habíamos soportado lo suficiente. (…) Lo que había ocurrido a través de los años se había acumulado en esa noche y ese lugar específico. No fue una manifestación preconcebida“.

Marsha P. Johnson (izquierda) y Sylvia Rivera (derecha): dos íconos de la revuelta de Stonewall Inn, hito de la lucha LGTB y punto de partida para la conmemoración del Día Internacional del Orgullo LGTB.

Durante varias jornadas, se enfrentaron cuerpo a cuerpo a la represión policial. Se les había agotado el tiempo —al decir de Gilles Deleuze—para la espera y el temor. Frente a la opresión, apuntaron a la transformación social y la politización de la cuestión sexual.

A partir de la década siguiente, la espontaneidad fue dando lugar a la organización. Los ecos de la tradición cobran fuerza ante el fortalecimiento de sectores que se oponen a los derechos del colectivo y los ataques directos, como el que se vivió recientemente en un boliche gay de Oslo.

Néstor Perlongher, fundador del Frente de Liberación Homosexual en Argentina durante los difíciles años 70, expresó como nadie el espíritu que atraviesa estos 53 años: “No queremos que nos persigan, ni que nos aprendan, ni que nos discriminen, ni que nos maten, ni que nos curen, ni que nos analicen, ni que nos expliquen, ni que nos toleren, ni que nos comprendan: lo que queremos es que nos deseen“.

Día del Orgullo LGBT: la convocatoria central

Este martes, la Plaza de Mayo reunirá nuevamente a miles de personas. La “Marcha Plurinacional Antirracista contra los travesticidios, transfemicidios y transhomicidios” comienza a las 17 h y se dirigirá hacia el Congreso a las 18 h.

Allí se leerá un documento, habrá baile y un cierre a cargo de la banda Sudor Marika. Una de las principales demandas es que se incorporen al Código Penal las figuras de Travesticidios, Transfemicidios y Transhomicidio.

La pregunta sobre el paradero de Tehuel vuelve a ser uno de los reclamos más sentidos de la marcha. Foto: Lucía Merle (Clarín),

Se oirá fuerte una vez más la pregunta “¿Dónde está Tehuel?”. La revisión de las causas judiciales “armadas” o producto de la violencia estructural a las que está sometido el colectivo, así como la garantía de salud, vivienda y trabajo se suman a las consignas.

La izquierda también convoca a las 17, con un llamado abierto a las organizaciones y el activismo independiente. Entre sus consignas figuran el rechazo al “ajuste económico del Gobierno y el FMI”, a “la avanzada de la derecha sobre derechos y libertades” y a la prohibición del lenguaje inclusivo.

A las 17.30, en el salón de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans va a presentar el último “Informe Anual de Crímenes de Odio” y el nuevo “Archivo Nacional de la Memoria LGBT+”.

Sobran los motivos

Argentina es pionera en legislación en materia de género. En 2006, se aprobó la ley de Educación Sexual Integral; 2010 fue el año del Matrimonio igualitario; en 2012 fue sancionada la Ley de Identidad de Género; en 2021, finalmente se promulgó la ley de Promoción del Acceso al Empleo Formal para las Personas Travestis, Transexuales y Transgénero “Diana Sacayán-Lohana Berkins”; y también el año pasado fue reconocida la identidad no binaria en el DNI.

La militancia consiguió leyes pioneras en el mundo en materia de género, pero el activismo afirma que falta mucho por avanzar. Foto: Natacha Pisarenko (AP).

De acuerdo con el monitoreo del cupo laboral, realizado por el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, al 24 de junio del 2022, había 409 personas travestis y trans ejerciendo en el ámbito público: el número más alto registrado hasta ahora.

Universidades, ONGs y firmas del sector privado también mostraron mayor inclusión, en articulación con el Ministerio, que impulsa capacitaciones y asistencia. Sin embargo, hay muchas deudas pendientes.

Entre la última marcha y hoy, se registraron seis travesticidios y transfemicidios. Tehuel de la Torre continúa desaparecido desde el 11 de marzo de 2021, cuando salió de su casa, engañado, en busca de un empleo precario.

Hay que tener coraje para ser mariposa en un mundo de gusanos capitalistas”, afirmó una vez Lohana Berkins. Su nombre aparece como referente de la comunidad: un faro para todo lo que falta por conseguir.

Como todos los años, la marcha muestra fiesta, celebración, pero también reclamos y exigencias. Foto: Juan Ignacio Roncoroni (EFE).

“La situación es desafiante. Por una parte, tenemos una militancia que logró muchas cosas. Por otro lado, seguimos en una sociedad que nos estigmatiza y nos violenta. Tenemos mucho trabajo por delante. La clave es acompañar el marco jurídico, empujando al diseño de políticas públicas y cambios culturales”, plantea a Clarín Manu Mireles.

Ella es profesora de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional de Tres de Febrero, activista LGTBIQ+, no binaria y marica. A su vez, ejerce como secretaria general de la Asociación Civil Mocha Celis, surgida como bachillerato popular hace más de once años, gracias a la labor de Lohana, Marlene Wayar y Diana Sacayán y un grupo de docentes con vocación de educación popular, pedagogía feminista y transfeminista.

Manu es enfática: cada progreso logrado para el colectivo no se queda ahí, sino que sirve para una profundización de la democracia en su conjunto. “Para nosotras, la ciudadanía llegó demasiado tarde”, concluye.

La vergüenza, al armario: ¿es suficiente una ley?

Esteban Paulón, miembro de la comisión directiva de la FALGBT, comienza: “Se nos ha educado para vivir en una cultura de la vergüenza”.

Cuando era chico, no imaginaba que podría haber referencias a la homosexualidad en novelas, series, ni publicidades, como ahora. Claro que falta: en 15 países —aclara—, censuraron la película de Buzz Lightyear por mostrar un beso lésbico.

Recuerda viejas frases que circulaban como “tenés que ser discreto” o “que no se te note”. “Siempre se nos empujó a vivir en el armario”, remata. Por eso, sostiene que el orgullo se trata de “no esconderse más”.

“Abrazamos cada paso hacia adelante, sabiendo que ninguna legislación modifica mágica ni automáticamente las condiciones sociales, que son el origen de la discriminación. Lo jurídico funciona como una herramienta a partir de la cual debemos seguir transformando la realidad. Por eso, siempre hay motivos para marchar“, continúa.

La ley integral trans es otra de las demandas sentidas por gran parte del colectivo LGTB. REUTERS/Foto: Agustín Marcarian (Reuters).

Entre sus aspiraciones está la de una Ley Integral Trans, que involucre —entre otros aspectos— una contención de las infancias y adolescencias y la reparación histórica para las personas trans mayores, para las cuales muchas de leyes han llegado tarde.

La batalla cultural tiene, según su mirada, un capítulo institucional; pero, principalmente, se desarrolla en el terreno social y comunitario.

Contra los discursos de ciertos grupos políticos (que no ve como el reflejo de las posiciones mayoritarias de la sociedad), manifiesta que se debe construir “un relato y una retórica propia, propositiva, que recupere palabras que hoy se están usando para restringir derechos, como ‘vida’, ‘libertad’ y ‘felicidad'”.

Tomás Máscolo es un varón trans y militante del Partido de los Trabajadores Socialistas dentro del Frente de Izquierda. “Para mí, ‘orgullo’ es luchar por la plena libertad. Del levantamiento de Stonewall retomo sus ideas antisistema, su determinación, su lucha”, advierte.

Marsha P. Johnson en un mural de Nueva York. Crédito: Wikipedia.

¿Su inspiración? Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera, las insurgentes militantes travestis que estuvieron a la cabeza de aquellos días de 1969. “Fueron ellas quienes armaron la primera marcha del Orgullo”, acota. También se apoya en la moral de la socialista Rosa Luxemburgo, quien exclamó que “no es libre quien no oye sus cadenas”.

Tomás resalta el largo recorrido que la militancia por la diversidad sexual tiene en el país y todo lo que alcanzó. Pero, asimismo, marca los límites en la aplicación de las leyes que derivan en falta de derechos.

“Actualmente, faltan hormonas. Y el cupo laboral trans se cumple escasamente. Yo, por ejemplo, entré a trabajar en el Estado con infancias, pero como monotributista. Es decir, precarizado”, reflexiona.

El joven subraya que ningún proyecto por sí solo es suficiente para alcanzar la emancipación. Y que la pelea se tiene que dar “en las calles, de forma independiente de los gobiernos de turno y junto a otros sectores oprimidos”.

Mucho más que estadísticas

La homofobia y la transfobia siguen arraigadas en las estructuras de un sistema heteropatriarcal, que expulsa a quienes escapan a la norma.

En ese contexto, Susy Shock, “artista trans sudaca”, acuñó una frase que se convirtió en lema para distintas generaciones: “Reivindico mi derecho a ser un monstruo y que otros sean lo normal”.

Recién el 17 de Mayo de 1990, la Organización Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad de su lista de enfermedades.

Según Amnistía Internacional, de los 46 países que existen en Latinoamérica y el Caribe, en nueve aún es ilegal mantener relaciones sexuales consensuadas entre personas del mismo sexo, arriesgando penas de cárcel de hasta 15 años. Solo en cuatro existe protección contra la discriminación basada en la orientación sexual; 25 de estos países todavía no reconocen jurídicamente el matrimonio entre personas del mismo sexo. Y solo en siete es posible la adopción homoparental.

En Argentina, donde más de nueve mil personas pudieron acceder a un cambio de DNI, el promedio de vida de las personas travestis y trans permanece cerca de los 35 años. Susy, otra vez: “Nuestra venganza será llegar a viejas”.

La población travesti, trans y no binaria ve vulnerados sus derechos en toda la región. Casi un 70 % está involucrada en algún tipo de militancia. Foto: Juan Ignacio Roncoroni (EFE).

Menos del 6 % de la población travesti, trans y no binarie tiene acceso a un techo propio. El 83,8 % de las mujeres travestis y trans experimentó detenciones ilegales o violencia institucional.

En las cárceles de la provincia de Buenos Aires, según los últimos datos disponibles, el 71 % de las personas travestis y trans detenidas no tienen condena.

Pasado y presente

Este año se cumplen tres décadas de la primera marcha del Orgullo en el país. Solo un año antes, el Padre José María Lombardero había declarado en un programa radial que los homosexuales merecían la pena de muerte y la Inspección General de Justicia le había denegado la personería jurídica a la Comunidad Homosexual Argentina (CHA).

El aniversario realza la importancia de la militancia como factor de transformaciones.

No casualmente, el 68,4 % de las travestis, trans e identidades no binarias participa de algún tipo de agrupación o activismo: para defender lo alcanzado hasta ahora, hacerlo cumplir e ir por más.

MI

Fuente: Clarín

Esta entrada ha sido publicada el 28 de junio, 2022 11:12

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