Delfín Castedo y Verónica Leila Heine estaban prófugos. Pero lograron burlar los controles en 2010, cuando viajaron a Europa como amantes y con identidades falsas. Las fotos de un amor que ya se rompió.
El vuelco de un Renault Mégane en medio de un camino rural interrumpió la calurosa monotonía de la localidad de Campo Gallo, en Santiago del Estero. Al llegar al lugar del accidente, la policía local no encontró víctimas ni ocupantes, solo el vehículo con las ruedas apuntando al cielo y casi 90 kilos de cocaína en el baúl. Entre pertenencias abandonadas, los efectivos descubrieron ropa de mujer y una credencial médica con el nombre de Verónica Leila Heine.
Ocurrió el 18 de julio de 2008, cuando comenzó a escribirse la historia en fojas judiciales y el nombre de Heine quedó estampado por primera vez al lado del cartel de “buscada”. Y en una causa por narcotráfico.
Ese episodio fue el preludio de una trama que la llevó de vender pañales a ser la protegida de “los Ferreyra” -un importante clan narco del noroeste argentino- y, más tarde, en la pareja de su principal competidor y uno de los capos más poderosos de la Argentina: Delfín Castedo.
Los Castedo (liderados por Delfín y su hermano Raúl “Ula” Castedo) y los Ferreyra son adversarios, pero no enemigos. Aliados circunstanciales por negocios y competidores dentro de un negocio criminal rentable, en el que unos pocos dominan un terreno fértil para el narcotráfico. No hubo muertos cruzados ni peleas dantescas entre esas organizaciones, pero sí hay recelo y desconfianza.
En este contexto, Delfín Castedo es el “mandamás” de la familia y de la zona, una especie de terrateniente narco que, según investigaciones, logró adquirir 28 mil hectáreas de tierras en la frontera con Bolivia para traficar cocaína a su antojo durante décadas. Por esas maniobras, está siendo juzgado junto a su hermano en Salta.
Durante el debate, volvió a surgir el nombre de Heine por el viaje que ambos hicieron a Europa en 2010, burlando todos los controles aduaneros y de Migraciones, tanto internos como externos, con identidades falsas: en ese momento ambos estaban prófugos por narcotráfico. Algunos dicen, además, que la relación era clandestina y que la mujer era “la amante” del líder de la organización rival.
Ese periplo es, para los investigadores, una de las claves de la causa que prueban la compleja estructura que lideraba el jefe narco en Salta. Del mismo modo, ante el tribunal se ventilan detalles del homicidio de Liliana Ledesma, una pequeña productora agropecuaria que denunció los atropellos de la banda en 2006, víctima de la organización que aún hoy continúa en actividad.
“Flaquita”. Así es como la conocen a Verónica Leila Heine, que nació el 2 de diciembre de 1969, en Pigüé, provincia de Buenos Aires. Quienes la investigaron la definen como “bonita y corajuda”; una joven que torció el camino cuando su marido “Pecho” Ríos, integrante del Ejército argentino, se pasó “del otro lado”: se hizo narcotraficante en Tartagal, donde se mudó el joven matrimonio, y cayó preso.
Así dejó desamparada a su esposa con un hijo y en una provincia que le era ajena, varios años antes del accidente en Campo Mayo. Fue entonces que Heine se refugió bajo el ala de de Graciela Ferreyra, alias “Chela”, integrante de una banda que, por ese entonces, ampliaba su dominio en Salvador Mazza.
La joven empezó a vender pañales, pero rápidamente se ganó la confianza del clan. Se unió a Raúl Oscar “Loro” Ferreyra, con quien tuvo dos hijos, y pasó a tener un rol determinante en la organización que, al mismo tiempo, colaboraba y rivalizaba con el clan liderado por los hermanos Castedo, indicaron fuentes que conocen de cerca la causa a TN.
Sin embargo, Ferreyra tuvo el mismo destino que su primer marido: fue detenido durante la operación bautizada “Jaula de Loro” en octubre de 2008 por el envío de 262 kilos de cocaína y condenado a 11 años de prisión por ser considerado el líder de una organización que usaba aeronaves para traficar la droga.
Su ex, en cambio, continuó en libertad y escalando posiciones dentro del esquema narco. Al mismo tiempo, se acercó a Castedo, pese a la oposición que podría encontrar en la familia que la protegió. Aunque existían contactos por el negocio narco, los clanes se relacionaban con cautela.
A mediados de 2010, la Unidad Especial de Investigación y Procedimientos Judiciales de Salta recibió una llamada anónima. La persona en cuestión ligó a la prófuga del Megane con el cargamento y dio datos precisos de la operatotoria: compró ese modelo del 2001 a 29.500 pesos, debido a que el baúl permitía levantar un doble fondo.
Además de los 97 panes de cocaína, la policía santiagueña descubrió un mapa con un presunto itinerario: “Tartagal, Metán, Monte Quemado, C.G., Otumpa, Quimilí y C.D”. También pesó la declaración de vecinos que vieron salir del auto volcado a una mujer de baja estatura y pelo rubio, para ascender a otro automóvil.
Ya no quedaban dudas para la Justicia de su implicancia en el clan Ferreyra. En ese momento, el juez federal Miguel Medina ordenó a Gendarmería su captura.
El procedimiento para atraparla llevó el nombre de “Reina de la Frontera”. Detenida en 2013, fue condenada como autora prima facie responsable del delito de transporte de estupefacientes en concurso real con el de adulteración de documento público, agravado por estar destinado a acreditar la identificación de las personas.
Cuando los agentes de Gendarmería abocados a su búsqueda lograron rastrearla, Verónica había dejado muy lejos su pasado de carencias en Tartagal: vivía entre Recoleta y una residencia en el barrio barrio Grand Bourg de Salta, ubicada a dos cuadras cuadras de la casa de Gobierno, que también habitaban sus tres hijos.
En el departamento de uno los barrios más costosos de la Ciudad de Buenos Aires, Gendarmería encontró recuerdos de su paso por Roma y Madrid, en 2010, y postales junto al narcotraficante Delfín Castedo, a quien se lo puede ver posando frente al Coliseo, entre otras fotos en puntos típicos de esas ciudades de Italia y España.
En las propiedades de “La Flaca”, que usaba la identidad de Vilma Antonia Martínez, los detectives también encontraron fotos 4×4 propias y del líder narco que habrían sido utilizadas para elaborar los documentos falsos que la pareja usaba para eludir los controles.
En algún momento, la relación se rompió. En su Facebook y desde prisión, Castedo le dedica mensajes de amor a otra mujer.
Delfín Castedo fue atrapado en Ituzaingó julio de 2016, luego de permanecer una década prófugo por el crimen de Liliana Ledesma, aunque su pedido captura se formalizó dos años después. Durante todo ese tiempo y desde la clandestinidad, lideró una de las organizaciones más importantes de la Argentina. Se cree que traficaba 4 toneladas de cocaína hacia Europa por mes.
La investigación, en la que que intervinieron el fiscal federal de Orán, Jose Luis Bruno; el Fiscal Coordinador del distrito Salta, Eduardo Villalba; y la Procunar, a cargo de Diego Iglesias, develó que el narco había obtenido 28 mil hectáreas de tierras fronterizas de Salvador Mazza (El Aybal y El Pajeal), a través de testaferros, para traficar cocaína desde Bolivia.
Las maniobras para ingresar la droga desde el país limítrofe, le trajo problemas con porductores rurales que se quebajan del cierre de caminos vecinales.
La voz más potente fue la de Ledesma. La mujer apareció asesinada de varias puñaladas en una de las pasarelas utilizadas por los pequeños comerciantes que, desde entonces, no volvieron a openerse a las órdenes del jefe narco, socio del exdiputado, ya fallecido, Ernesto Aparicio.
Castedo fue capturado debido a los contactos que tuvo con sus tres hijos, producto de su relación con Melba del Carmen Araujo juzgada junto a su expareja y su excuñado, “Ula” Castedo, por asociación ilícita y lavado de dinero.
Pese a que los líderes están en prisión, el clan continúa operando. Una tercera hermana, Rosana Castedo, posee 20 mil hectáreas del otro lado de la frontera, en Bolivia.
La mujer es investigada por actividades relacionadas al narcotráfico y su marido, Mario Morfulis Herrera, fue capturado en 2019 en Yacuiba, la ciudad frente a Salvador Mazza. El cuñado del capo era buscado por Interpol a raíz del hallazgo de 114 kilos de cocaína en una Toyota Hilux que estaba estacionada en un garage de Retiro, en 2013.
En otros procedimientos fueron detenidos Rafael y Roberto Castedo, los hermanos de Delfín conocidos como “Manija” y “Avispón”, respectivamente.
El último miembro del clan en ser atrapado fue su hijo: Bacel Castedo fue arrestado en la madruga del 29 de noviembre, sobre la ruta 34, cuando personal del Escuadrón 54 de Gendarmería detuvo una camioneta Toyota, en un control de rutina. Al revisar los papeles, advirtieron que el conductor tenía pedido de captura internacional vigente por el delito de falsificación de documentos.
“Delfín Castedo estaba considerado como el patrón de todas las organizaciones”, dijo el suboficial principal Juan Carlos Rengo Luna frente al Tribunal Oral Federal I de Salta. “El temor que tenían a Delfín Castedo no era común. Nadie quería hablar de él”, completó el cuadro el investigador de Gendarmería.
Fuente: TN
Esta entrada ha sido publicada el 20 de diciembre, 2021 07:23
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