Tras la toma del poder por los talibanes en Afganistán, el mundo está a la expectativa de qué forma tomará su gobierno. Este miércoles, uno de los voceros del grupo, Waheedullah Hashimi, dijo a la agencia Reuters que el país podría ser gobernado por un consejo, mientras que el líder supremo del movimiento militante islamista, Haibatullah Akhundzada, probablemente seguirá al mando.
Otro aspecto que Hashimi dejó en claro es que el país no será una democracia. “No habrá ningún sistema democrático porque no tiene ninguna base en nuestro país”, dijo. “No vamos a discutir qué tipo de sistema político debemos aplicar en Afganistán porque está claro. Es la sharia (la ley islámica) y ya está”.
La estructura de poder que esbozó el vocero tendría similitudes con como los talibanes gobernaron Afganistán entre 1996 y 2001. Entonces, el líder supremo, el mulá Omar, permaneció en la sombra y dejó la gestión diaria del país en manos de un consejo.
Akhundzada desempeñaría probablemente un papel por sobre del jefe del consejo, que sería similar al del presidente del país, añadió Hashimi. “Tal vez su adjunto (Akhundzada) desempeñe el papel de ‘presidente’”, dijo Hashimi, que habló en inglés.
El líder supremo de los talibanes tiene tres adjuntos: Mawlavi Yaqub, hijo del mulá Omar; Sirajuddin Haqqani, líder de la poderosa red militante Haqqani, y Abdul Ghani Baradar, que dirige la oficina política de los talibanes en Doha y es uno de los miembros fundadores del grupo.
Qué se sabe de Akhundzada
El mulá Haibatullah Akhundzada fue nombrado jefe de los talibanes en mayo de 2016 durante una rápida transición de poder, días después de la muerte de su predecesor, Mansur, asesinado por un ataque de un drone estadounidense en Pakistán.
Hijo de un teólogo, originario de Kandahar, el corazón del país pastún en el sur de Afganistán y cuna de los talibanes, Akhundzada pertenece a la tribu Noorzai y su nombre en árabe significa “regalo de Dios”.
El líder obtuvo rápidamente una promesa de lealtad de Ayman al-Zawahiri, el líder de Al Qaeda. El egipcio lo llamó “emir al muminin”, es decir “príncipe de los creyentes”, denominación que le permitió afianzar su credibilidad en el mundo yihadista.
Akhundzada tenía la delicada misión de unificar a los talibanes, divididos por una violenta lucha por el poder tras la muerte de Mansur y la revelación de que habían ocultado durante años la muerte del fundador del movimiento, el mulá Omar.
El insurgente logró mantener unido al grupo y continuó siendo bastante discreto, limitándose a transmitir mensajes anuales en los días festivos islámico.
El líder del Talibán combatió contra las tropas soviéticas que invadieron Afganistán en 1979 para apoyar al gobierno comunista en su lucha contra otras facciones y se unió a los talibanes durante la sangrienta guerra civil que sucedió al fin de la ocupación soviética en 1989. No obstante, su papel siempre estuvo más centrado en cuestiones judiciales y religiosas que militares.
Durante el primer gobierno talibán (1996-2001), liderado por el mulá Omar , Akhundzada ocupó los cargos de vicepresidente del Tribunal Supremo de Afganistán y presidente del Tribunal Supremo militar.
Cuando Estados Unidos lideró la invasión de Afganistán en 2001, tras los atentados del 11 de setiembre, Akhundzada huyó a Pakistán, al igual que muchos líderes de los talibanes y se convirtió en jefe del consejo de eruditos religiosos del grupo.
Se cree que allí dirigió una escuela religiosa o madrasa cerca de la localidad de Quetta. También se asegura que mantiene vínculos estrechos con un importante grupo talibán basado en esa ciudad paquistaní.
Akhundzada es un erudito religioso de línea dura de Kandahar, por lo que es poco probable que cambie la dirección del grupo. Akhundzada es el que publicó la mayoría de las fatwas (edictos religiosos) promulgadas por los yihadistas y está al frente del Consejo de la “Shura”, integrado por unos 30 miembros, máximo organismo del grupo desde mayo de 2016.
En sus fallos judiciales, apoyaba los castigos como ejecuciones públicas de asesinos, lapidaciones de mujeres consideradas “adulteras” y amputacionesde manos y pies de los culpables de robo.
Según The Washington Post, desde que se convirtió en el líder de los talibanes, Akhundzada trabajó para reforzar las finanzas del grupo, en parte a través del tráfico de drogas.
A la espera de definición de la estructura del gobierno talibán, Akhundzada ya ordenó este miércoles la liberación de “prisioneros políticos”, según tuiteó el movimiento que ya controla el país. “A partir de mañana, todos los gobernadores provinciales deben liberar a todos los prisioneros políticos, sea cual sea su importancia, sin restricciones o condiciones, y entregarlos a sus familias”, indicó el comunicado en árabe.
Cómo era el régimen talibán hace 20años
Cuando estuvieron en el poder, los talibanes (estudiantes en religión) impusieron una estricta ley islámica que prohibía los juegos, la música, las fotografías y la televisión. A los ladrones se les cortaban las manos, los asesinos eran ejecutados en público y se mataba a los homosexuales.
Negaron a las mujeres el derecho de trabajar o incluso a salir a la calle sin estar acompañadas por un varón del a familia. Las escuelas para niñas fueron cerradas. Las mujeres acusadas de adulterio eran azotadas y apedreadas hasta la muerte. También eran obligadas a vestir el burka, este velo que cubre de la cabeza hasta los pies y tapa los ojos con una rejilla.
Los hombres debían llevar una larga barba, asistir a la oración bajo pena de ser azotados y tenían que vestir el atuendo tradicional, el shalwar kameez. El Ministerio para la Promoción de la Virtud y la Supresión del Vicio hacía reinar el terror, con escuadrones que recorrían las calles para hacer aplicar sus duras leyes.
Fuente: TN