“Me basta que sean jóvenes para que los ame”, es una de sus citas favoritas. El autor de la frase es el sacerdote italiano San Juan Bosco, quien fundó la Congregación Salesiana a mediados del siglo XIX. Dios, el campo, la enseñanza, las redes sociales y el Club Atlético San Lorenzo. Parecería no apto para humanos encontrarle relación a estos conceptos, pero él (o quizá, Él) todo lo puede.
Sacerdote por elección, Salesiano de vocación y Sanjuanino de corazón, hace ocho años que el Padre Julio Ramos comparte sus días con chicos y familias del campo en la Escuela Agrotécnica de La Trinidad, en el partido de General Arenales, al noroeste de la provincia de Buenos Aires, donde es responsable del pupilaje de los alumnos.
“La mayoría son hijos de medianos y pequeños productores: son chicos que se quieren formar y no quieren abandonar la tierra por amor a su herencia y al trabajo. Me gusta mucho acompañarlos en sus actividades y también me doy algunos ‘gustos personales’ como estar en contacto con los animales”, cuenta con picardía.
De domingo a domingo, el Padre Julio se levanta a las seis de la mañana: pone la pava a calentar y lee alguna noticia mientras “prepara el corazón” para una oración personal que dura una media hora. Luego, reza junto a cuatro hermanos que, al igual que él viven en el colegio, y comienza el día: da clases y acompaña a los alumnos en las prácticas agropecuarias. “Por la tarde siempre dedico un rato a caminar alrededor del edificio y conversar con los chicos. Escucharlos me da muchas pautas de lo que están viviendo y también sufriendo”, reconoce.
Tejer redes
Profesor de filosofía y ciencias de la educación, sacerdote y bachiller universitario en teología, su teléfono parece el de un adolescente centennial. Pero no, es el celular de un hombre que está por cumplir sus 55 años. Desde que comenzó el auge de Facebook, el Padre Julio ya estaba subido a la ola de la virtualidad. Luego vino Twitter, Instagram y Tik-Tok.
“Me parece muy importante estar presente en muchos lugares con la intención de estrechar el contacto, generar vínculos y transmitir la Palabra de Dios, sobre todo a partir de la pandemia: hay gente que se siente muy sola”, explica. En sus redes no solo se pueden ver videos grabados por él mismo citando el evangelio del día, sino imágenes de algún lote o corral. También retrata a diario el tambo de la escuela que siempre le gusta visitar y hasta recibe intenciones particulares y pedidos de oración por DM (mensaje directo y privado).
"Para dominar la naturaleza primero se debe aprender a obedecerla" (Umberto Eco, El nombre de la rosa). pic.twitter.com/tah2ZJUh9e
— P. Julio Ramos sdb. (@pjuliocesarsdb) July 20, 2021
“Cuando llegué a la escuela y empecé a publicar fotos un montón de gente se fascinó porque nunca habían visto las prácticas que hacen los chicos. La comunicación es muy importante para cultivar la relación campo-ciudad. Con las redes se me ‘ha ampliado’ la parroquia: puedo acompañar a mucha gente a través de la fe y la oración”, afirma.
En un rincón de San Juan
Al igual que la Virgen María, el Padre Julio nació un 8 de septiembre de 1966 en un pequeño pueblo llamado La Bebida, en San Juan. Algunos capítulos de la historia cuentan que el nombre del lugar se atribuye a un antiquísimo puesto que proveía bebidas a los arrieros que transportaban el ganado.
Fue allí donde su padre Mario alquiló una casa junto a su esposa Novelia para criar a sus tres hijos. Los recuerdos flotan como viento en una zona árida: entre sierras y llanuras, Julio jugaba en huertas y viñedos, calles de ripio y tierra. “Admiraba los vegetales y muchas veces me caía en los olivares. Nunca tuvimos animales propios pero siempre me llamó la atención cómo los atendían y cuidaban”, cuenta en diálogo con TN.com.
Algo marcaría su vida para siempre cuando sus padres decidieron anotarlo en el Colegio Don Bosco de San Juan. Al llegar el primer día de clases sus ojos se conmovieron al ver la alegría de los alumnos y docentes que serían sus compañeros y maestros. “Sentí algo muy adentro y me dije: ‘Este es mi lugar; esta es mi casa’”. Tenía 11 años cuando supo que quería ser sacerdote.
“El fundador de los Salesianos es Don Bosco que tomó a San Francisco de Sales como modelo de espiritualidad, de paciencia, de dulzura y de diálogo con los jóvenes”, explica. Casualidad o no, le tocó dar clases en una escuela agrotécnica en Córdoba, donde quedó fascinado con la vivencia del pupilaje y la forma de ser de la gente del campo. Ya ordenado sacerdote, vivió y trabajó allí tres años. Luego, sus superiores lo enviaron a un colegio vitivinícola en Mendoza donde educó a niños que vivían en las fincas y enólogos que hoy son reconocidos mundialmente.
De su hogar no solo heredó la sensibilidad hacia la religión sino también su afición por San Lorenzo de Almagro, club fundado por un salesiano: el padre Lorenzo Bartolomé Massa. Es en las redes donde comparte goles y pesares futboleros. También participa en Twitter de un “desafío tambero” (#desafiotambero), una campaña que tiene como objetivo donar leche a comedores y escuelas rurales. “Somos productores por el tambo que tenemos en la escuela y me alegró muchísimo participar de esta iniciativa”, reconoce.
Fin del día
A las 21, llega la hora de la cena en la Escuela Agrotécnica de La Trinidad. Dos horas después, mientras los chicos ya están dormidos, Julio da una última recorrida y se retira a su habitación donde contesta mensajes, prepara clases y corrige tareas. También da “las buenas noches”: un video que sube a sus redes todos los días.
Buenas noches… pic.twitter.com/4STjsWC4eR
— P. Julio Ramos sdb. (@pjuliocesarsdb) August 3, 2021
“Cuando termino me doy una vueltita por el tambo para que la gente que trabaja ahí también se sienta acompañada”, explica. El Padre Julio se acuesta a veces a la 1, otras, a las 2. Pero antes de cerrar sus ojos dice la última oración del día: reza por el mundo, por la Argentina, por el campo, por sus alumnos y familias. Reza por mí y reza por vos.
Fuente: TN