La pequeña sufre malaria, neumonía y desnutrición. Los nativos denuncian el impacto ambiental de la minería ilegal, que creció durante la pandemia.
Un cuerpo diminuto acurrucado en una hamaca, el de una nena de ocho años que pesa tan solo 12,5 kilos y es pura piel y huesos. Esta es la imagen que indígenas yanomami difundieron para denunciar la situación de abandono que sufren en la Amazonia.
La imagen de la chiquita fue tomada el 23 de abril en la aldea de Maimasi, en el Estado de Roraima, en la región norte de Brasil, antes de su traslado por avión a un hospital de la capital, Boa Vista. El peso normal de una nena de su edad es de 20 kilos, pero la chiquita padecía malaria, neumonía y desnutrición, informaron.
El líder indígena Darío Kopenawa explicó al diario El País que “en la cultura yanomami no podemos mostrar la imagen de un niño, frágil, enfermo. Pero es muy importante [hacerlo] por la crisis que estamos atravesando”.
La tierra yanomami en Brasil, fronteriza con Venezuela, alberga a unos 27.000 miembros de esta comunidad y constituye la mayor reserva nativa del país, con 96.000 km², es decir un área tan grande como la provincia de Neuquén. Sin embargo, se enfrentan a varias crisis: el aumento de la minería y la tala ilegales y los crecientes enfrentamientos armados con los garimpeiros (mineros ilegales), el impacto ambiental de su actividad (deforestación, contaminación con mercurio del agua potable y la tierra…) que llevan el hambre a algunas regiones. Además, se sumó el impacto de la pandemia de coronavirus en una zona ya marcada por un débil acceso a la atención sanitaria.
“Esta foto es una respuesta a la violación de los derechos de los pueblos indígenas”, resumió Kopenawa. “Llevamos mucho tiempo sufriendo, sin una buena estructura, sin todos los profesionales completos que nos den asistencia. Con la pandemia, la situación empeoró”, afirmó el líder indígena.
Según contó, los equipos sanitarios se redujeron debido a las bajas por la pandemia. El pueblo de Maimasi, donde hay un brote de malaria y varios niños sufren desnutrición y verminosis, no había recibido la visita de los equipos sanitarios desde hacía seis meses. “La salud de los yanomami está abandonada. Falta de todo”, agregó.
La Secretaría de Salud Indígena (Sesai), organismo responsable de la atención a los pueblos originarios, afirmó por su parte a El País que la nena fue atendida el 19 de marzo, “pero la familia no autorizó el traslado a un centro sanitario”.
Más allá de las versiones cruzadas, el problema afecta particularmente a las comunidades más aisladas. Maimasi está a 11 horas de caminata del centro de salud más cercano, indicaron. “Hay lugares que siguen sin recibir la vacuna contra el COVID-19 porque no tienen profesionales. Son comunidades que están lejos de los centros, no hay forma de llegar a ellas”, explicó Júnior Yanomami, miembro del Consejo Distrital de Salud Indígena (Condisi).
Según un estudio realizado por investigadores de Fiocruz el año pasado en dos zonas del territorio, Auaris y Maturaká, el 80% de los niños de hasta cinco años sufría desnutrición crónica y el 50%, desnutrición aguda.
Hace años que los habitantes de Maimani piden la creación de un centro de salud y más medicamentos. “Ahora, está peor. La desnutrición ha aumentado mucho. Donde hay minería ilegal, existe el problema del hambre. Y en la pandemia las invasiones aumentaron. ¿Cómo explicar el hambre de los yanomami? Ellos [los mineros] ensucian los ríos, destruyen el bosque, acaban con los animales para caza. Nos alimentamos de la naturaleza”, explicó Júnior Yanomami.
“No se puede generalizar que los niños mueran de desnutrición, de hambre”, dijo Kopenawa. “Existe este problema cuando hay presencia de mineros ilegales. Donde no los hay, los niños están sanos, comen bien y se ocupan de sus actividades. Lo que falta es la atención sanitaria”, argumentó. “La vida del pueblo yanomami está en peligro. Nuestro territorio es vulnerable con tantos problemas al mismo tiempo”.
Según un informe publicado a finales de marzo por la Asociación Hutukara Yanomami (HAY), la minería ilegal se expandió un 30% en 2020 en las tierras yanomami, devastando el equivalente a 500 canchas de fútbol.
Según un reporte de la Policía Federal de enero pasado, existen cerca de “20.000 ‘garimpeiros’ activos” en territorio yanomami. Una cifra también evocada por ONG ambientalistas, aunque el gobierno del presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, cuestionó la extensión de la tierra yanomami y defiende la explotación económica de áreas preservadas, afirmó el año pasado que no eran más de 3.500.
También se multiplicaron los casos de malaria. Según Júnior Yanomami, solo este año se identificaron unos 10.000 contagios, lo que corresponde a algo más de un tercio de toda la población yanomami. “La niña de la foto expresa probablemente esta suma de tragedias”, afirma la Red Pro-Yanomami y Ye’kwana en un comunicado, en el que denunció la “política genocida del gobierno de Bolsonaro”.
Fuente: TN
Esta entrada ha sido publicada el 19 de mayo, 2021 09:51
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