La muerte de Felipe de Edimburgo dejó al príncipe Carlos como el nuevo líder de los Windsor

Ahora tiene la responsabilidad directa de darle apoyo y consejos a la reina Isabel II, que está a punto de cumplir 95 años.

La familia real británica es un guion abierto cuyos diálogos, emociones u órdenes los rellenan los periódicos y la imaginación pública. El ejemplo máximo de este juego sobreentendido es la serie The Crown, que expuso encuentros, desencuentros y presuntas conversaciones íntimas entre sus miembros sin que nadie del palacio de Buckingham se haya tomado la molestia de confirmarlas o desmentirlas. Cuando el príncipe Carlos había ido al Hospital Rey Eduardo VIII a visitar a su padre Felipe, algunos medios británicos se limitaron a señalar que varios testigos detectaron en el heredero al trono unos ojos más brillantes de lo normal.

Ahora, tras la muerte del duque de Edimburgo, los medios se lanzaron a descifrar el contenido de ese breve encuentro de media hora entre padre e hijo. “El duque quería a toda costa abandonar el hospital, pero convocó a su hijo para tener con él una conversación amplia, directa y sincera. Ninguno de los dos sabía a ciencia cierta si ese sería su último encuentro”, atribuye el Daily Express a una de esas innumerables fuentes palaciegas que siempre hablan desde el anonimato. El Daily Mirror se sumaba a la especulación de que el príncipe consorte había pedido a Carlos que se preparara para ser la “voz de confianza” y el asesor cercano que Isabel II iba a necesitar en el futuro.

La procesión detrás del cajón que lleva a Felipe de Edimburgo. (Foto: Reuters/Hannah McKay)Por: REUTERS

La opinión pública interpretó la declaración del príncipe de Gales, horas después de la muerte de su padre, como la expresión simbólica de que Carlos pasaba a ser ahora el patriarca de la familia. La figura masculina de mayor rango, sí, pero a la sombra de una reina que no tiene intención de renunciar a ninguno de sus deberes y obligaciones constitucionales.

“Mi padre, durante los últimos 70 años, brindó el servicio más notable y devoto a la Reina, a mi familia y a su país”, dijo el heredero a las puertas de su residencia en Gloucestershire, horas después de que acudiera a consolar a su madre al Castillo de Windsor. Isabel II parece haber requerido poco consuelo. Las banderas ondean a media asta en todo el Reino Unido, y el palacio de Buckingham estableció un luto oficial de dos semanas, pero a los cuatro días de la muerte de su marido, la monarca ya estaba recibiendo en sus dependencias al conde William Peel para rendirle honores en su despedida como lord Chambelán de la Casa Real.

Isabel II cumplirá 95 años el próximo 21 de abril, cuatro días después del funeral oficial de su marido, el duque de Edimburgo. Atrás quedaron las especulaciones que en los últimos años apuntaban a que aprovecharía este día para abdicar y darle paso a su hijo Carlos. La reina seguirá en el trono, dicen a cada medio que consulta las fuentes de su entorno, y continuará recibiendo el maletín rojo con los asuntos de Estado, presidirá la apertura de las nuevas sesiones del Parlamento y conversará cada semana con el primer ministro. Los viajes internacionales o los actos conmemorativos de relevancia, como el recuerdo a los caídos en las dos Guerras Mundiales, se reparten ya sin embargo entre Carlos y su hijo, el príncipe William.

El título de duque de Edimburgo, que Jorge VI otorgó a su futuro yerno en 1947, días antes de la boda real, pasará ahora directamente al príncipe de Galesaseguran todos los medios, a pesar del aparente deseo expreso de Felipe de ceder ese honor a otro de sus hijos, el príncipe Andrés. Porque cuando Andrés cayó en desgracia, después de una más que desafortunada entrevista televisiva en la que no supo justificar sus turbias relaciones con el millonario pedófilo estadounidense, Jeffrey Epstein, fue su propio hermano, Carlos, quien tomó las riendas de la situación e impuso la orden de que el duque de York se apartara por completo de sus funciones públicas.

Ante los ojos de los británicos, la reina sigue siendo la “presidenta” de ese particular conglomerado de intereses que es la casa real, a la que se denomina normalmente The Firm (la empresa). Y Carlos vendría a ser el consejero delegado o director ejecutivo. Isabel II es la figura venerada por la mayoría de la población, la que se preserva frente a todas las crisis y escándalos el prestigio de la institución. La muerte de Felipe de Edimburgo fue la señal de que una nueva era está a punto de llegar, y su hijo comenzó a adoptar el papel que, tarde o temprano, le tocará asumir.

Fuente: TN

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Dra. Jessica Mineo
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