OPINIÓN. Columnista invitada (*) | La entrevista que dieron a Oprah Winfrey desató un terremoto en la realeza. Para el 47% de los británicos, la nota fue inapropiada.
Para muchas personas en el Reino Unido, Meghan Markle es valiente, feminista, emotiva y empática. Para muchos otros, una desagradecida, mentirosa, egoísta e irrespetuosa. Así, es como la define todo un país luego de que saliera al aire la entrevista que dio, junto a su esposo, el príncipe Harry, a Oprah Winfrey para la televisión norteamericana.
De ambos lados del Atlántico, Meghan y Harry han sido blanco de críticas y sus declaraciones en televisión son consideradas de lo peor que le pudo pasar a la Corona Británica en mucho tiempo. La realidad es que esta entrevista “bomba”, como la llaman en Inglaterra, es un negocio redondo. Más de 70 países compraron los derechos para transmitirla y uno de los canales más importantes del Reino Unido pagó 1 millón de libras (1,383,725.00 USD) por exclusividad.
En Estados Unidos, 17.1 millones de personas vieron la entrevista y los números en el Reino Unido podrían ser similares. De hecho, hasta hubo problemas de conexión para poder sintonizar la transmisión por la cantidad de usuarios que querían verla. Desde que comenzó el “Megxit” en enero del 2020 (la salida de Meghan y Harry de la corona británica), todo un país tiene diferentes opiniones sobre la pareja, pero en especial, sobre ella.
Una excelente actriz
Para la mayoría de los británicos, Meghan nunca estuvo preparada para asumir un rol en la familia real. Las comparaciones con Kate Middleton, la duquesa de Cambridge y esposa del príncipe William, son interminables. De hecho, la relación entre ellas no es la mejor.
Aquí, la definen como una “excelente actriz” y no necesariamente por su actuación en la serie “Suits”, sino por su “performance” durante la entrevista. Según una encuesta, para el 47% de los británicos la entrevista fue “inapropiada” y un 33% no siente “simpatía por los duques de Sussex”. La consideran como “quejosa” y la cuestionan por no haber entendido nunca el compromiso con la Corona.
Lo cierto es que, durante la conversación con Oprah, una charla de amigas más que una entrevista, hizo dos declaraciones que golpean duro a la realeza como nunca se vio antes. Meghan habló sin tapujos sobre racismo y pensamientos suicidas.
Con respecto al primer tema, reveló que un miembro “senior” de la familia real preguntó de qué color iba a ser la piel de su bebé Archie al nacer y también acusó al Palacio de Buckingham y a su staff de negarle asistencia psiquiátrica cuando sus problemas de salud mental se volvían incontrolables.
Estas dos cuestiones, de las cuales no se habla con tanta libertad en Inglaterra, también abrieron un terreno de compasión y respeto por Meghan. Es por ello, que a pesar de las críticas, hay otro grupo que sí la apoya. Para muchos, sus dichos sobre el racismo y el bullying que dijo haber sufrido por parte de “miembros de alto rango de la familia real” son declaraciones valientes que sólo una mujer como Lady Di se animó alguna vez a hacer en contra de la corona más poderosa del mundo.
Para los ingleses más jóvenes, es un testimonio verdadero en contra de un sistema opresivo, conservador y en donde no se permite la honestidad ni hablar sobre salud mental. De hecho, ayer por la noche, en Reino Unido el hashtag #AbolirLaMonarquía fue tendencia en las redes sociales.
El rol de Harry
Sobre él, los dos grupos coinciden. Al príncipe, lo ven triste, decepcionado. Públicamente dijo que no quería “que la historia se repitiera” (se refiere al acoso de la prensa y la muerte de su mamá, Lady Diana) y a la “falta de apoyo” de parte de su familia, y de especial de su padre, el príncipe Carlos, quien durante meses no atendió sus llamados.
También habló de su hermano William y aunque dijo que lo ama incondicionalmente, afirmó que eligieron “diferentes caminos” y que solo “el tiempo y el espacio curan lo peor”.
Sin embargo, todos los británicos y habitantes de este país coinciden en una cosa: Su egocentrismo. A pesar de que ambos confesaron que vivieron momentos difíciles, se encargaron de quejarse de no tener “apoyo financiero, seguridad y de que su hijo Archie, aún no tuviera el título de príncipe”. Es irónico que Harry, como príncipe y miembro de la familia real, no conozca las reglas.
Como pareja, eligieron dar un paso hacia el costado y “ser financieramente independientes”. Registraron su propia marca y se mudaron a otro país. Para ello, aceptaron dinero de amigos y, según afirmaron, “la herencia de Lady Di”. Es por eso que, según las reglas, ya no necesitan los privilegios de la corona, entre ellos, transporte, seguridad privada y manutención.
Durante gran parte de la entrevista, Meghan renegó el hecho de que su hijo no sea príncipe y atribuyó esta actitud de la Corona, a un acto discriminatorio. Pero la realidad es que un protocolo real establecido por George V en 1917 indica que los hijos y nietos de un soberano tienen el derecho automático al título de príncipe o princesa, pero Archie es bisnieto de la Reina, por lo cual deberá esperar a que Carlos asuma el trono para su nombramiento.
Buckingham sigue en silencio
A pesar de la entrevista, el Palacio solo se ocupó, hace algunas horas, de celebrar el Día de la Commonwealth y de estar atento a la salud del príncipe Felipe, que con 99 años, pasa su día 22 de internación luego de haber sido operado de una afección cardíaca.
Harry y Meghan seguirán lejos de la corona, en Estados Unidos, y esperando el nacimiento de su hija. De hecho, ya muchos piensan, será llamada Diana, en homenaje a Lady Di.
Las declaraciones de Harry y Meghan quedarán en la historia, no solo ya como una queja institucional, sino como una pelea pública familiar, y la peor puñalada para la Reina.
Sin embargo, si hay algo que saben hacer en Buckingham es guardar silencio y parece que ésta será una de esas veces…
(*) Estefanía Palacio es periodista argentina en Londres.
Fuente: TN