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viernes 10 de enero

Coronavirus: los 20 mandamientos del Papa Francisco para enfrentar la pandemia

Desde que se declaró la emergencia por el COVID-19 y al hablar ante la ONU, el Santo Padre desplegó una suerte de guía espiritual y social para transitar esta crisis sanitaria.

En su mensaje a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en la homilías en la Casa Santa Marta y en las audiencias generales que brindó en el Vaticano, el Papa Francisco delineó estos últimos seis meses una suerte de “nuevos mandamientos” para enfrentar la pandemia, asistir a los que que se contagian de COVID-19 y avizorar un futuro con esperanza.

A comienzos de la crisis sanitaria mundial, el Papa argentino había mandado una carta a los gobiernos para que adoptaran medidas urgentes para evitar un “genocidio virósico” y priorizaran a las personas por sobre la economía.

Ahora, sus consejos espirituales también puede encontrarse en las redes sociales, en especial en su cuenta de Twitter en español @Pontifex_es que tiene más de 18 millones de seguidores. Los preceptos para afrontar el coronavirus del Papa argentino son por lo menos 20 y dicen lo siguiente:

@ La pandemia nos ha mostrado que no podemos vivir sin el otro, o peor aún, uno contra el otro. La Organización de las Naciones Unidas fue creada para acercar a las naciones, como un puente entre los pueblos; usémosla para construir juntos el futuro que queremos.

@ Hoy, en el drama de la pandemia, ante tantas certezas que se desmoronan, frente a tantas expectativas traicionadas, con el sentimiento de abandono que nos oprime, Jesús nos dice a cada uno: “Ánimo, abre el corazón a mi amor. Sentirás el consuelo de Dios que te sostiene”.

@ La crisis que estamos viviendo a causa de la pandemia golpea a todos; podemos salir mejores si buscamos todos juntos el bien común; al contrario, saldremos peores. Lamentablemente, asistimos al surgimiento de intereses partidistas. Por ejemplo, hay quien quisiera apropiarse de posibles soluciones, como en el caso de las vacunas y después venderlas a los otros.

@ La respuesta cristiana a la pandemia y a las consecuentes crisis socio-económicas se basa en el amor, ante todo el amor de Dios que siempre nos precede. El amor no se limita a las relaciones entre dos o tres personas, o a los amigos, o a la familia, va más allá. Incluye las relaciones cívicas y políticas, incluso la relación con la naturaleza. Como somos seres sociales y políticos, una de las más altas expresiones de amor es precisamente la social y política, decisiva para el desarrollo humano y para afrontar todo tipo de crisis.

@ El coronavirus nos muestra que el verdadero bien para cada uno es un bien común y, viceversa, el bien común es un verdadero bien para la persona. Si una persona busca solamente el propio bien es un egoísta. Sin embargo la persona es más persona, precisamente cuando el propio bien lo abre a todos, lo comparte. La salud, además de individual, es también un bien público. Una sociedad sana es la que cuida de la salud de todos.

Un virus que no conoce barreras, fronteras o distinciones culturales y políticas debe ser afrontado con un amor sin barreras, fronteras o distinciones. Este amor puede generar estructuras sociales que nos animen a compartir más que a competir, que nos permitan incluir a los más vulnerables y no descartarlos, y que nos ayuden a expresar lo mejor de nuestra naturaleza humana y no lo peor.

@ Si las soluciones a la pandemia llevan la huella del egoísmo, ya sea de personas, empresas o naciones, quizá podamos salir del coronavirus, pero ciertamente no de la crisis humana y social que el virus ha resaltado y acentuado. Por tanto, ¡estad atentos con construir sobre la arena! Para construir una sociedad sana, inclusiva, justa y pacífica, debemos hacerlo encima de la roca del bien común.

@ La pandemia actual está evidenciando nuestra interdependencia: todos estamos conectados, los unos con los otros, tanto en el bien como en el mal. Por tanto, para salir mejores de esta crisis hay que hacerlo todos juntos solidariamente.

@ No debemos olvidar a las víctimas del coronavirus. Mucho sufrimiento, muchas personas han perdido la vida; y muchos voluntarios, médicos, enfermeros, monjas, sacerdotes, que también han perdido la vida. Recordamos a las familias que han sufrido por esto.

@ El coronavirus no es la única enfermedad que hay que combatir: la pandemia ha sacado a la luz patologías sociales más amplias. Una de ellas es la visión distorsionada de la persona humana, una mirada que ignora su dignidad y su carácter relacional.

@ La pandemia de COVID19 ha puesto de manifiesto que nuestras sociedades no se han organizado lo suficiente para hacer espacio a los ancianos, con justo respeto a su dignidad y fragilidad. Donde no se cuida a los ancianos, no hay futuro para los jóvenes.

@ Es importante poner en común las capacidades científicas, de modo transparente y desinteresado, para garantizar el acceso universal a las tecnologías esenciales que permitan a todas las personas, en cualquier lugar del mundo, recibir cuidados sanitarios.

@ Recemos hoy por las personas que se ocupan de enterrar a los difuntos en esta pandemia, corriendo el riesgo del contagio. Enterrar a los difuntos es una de las obras de misericordia.

@ En este tiempo de cuarentena, las familias intentan hacer muchas cosas nuevas, hay tanta creatividad para ir adelante. Pero a veces también hay violencia doméstica. Oremos juntos por las familias, para que sigan en paz, con creatividad y paciencia, en esta cuarentena.

@ Aprovechemos este momento de la pandemia como una prueba para preparar el mañana de todos. Porque sin una visión de conjunto no habrá futuro para nadie.

@ La crisis es un momento para elegir. Esta pandemia es un momento de crisis social. ¿Cómo reaccionar? Con la perseverancia, el silencio, la fidelidad a Dios, a las decisiones tomadas. El momento de crisis es como pasar por el fuego para fortalecerse.

@ Mientras combatimos el COVID-19, también tenemos que continuar el esfuerzo para prevenir y curar la malaria, que amenaza a miles de millones de personas. Estoy cerca de los enfermos, de cuantos los curan y de quienes trabajan por el acceso de todos a buenos servicios sanitarios 25/4

@ Esta pandemia nos recuerda que no hay diferencias ni fronteras entre los que sufren. Somos todos frágiles, todos iguales, todos valiosos. Que lo que está sucediendo nos sacuda: es tiempo de eliminar las desigualdades, de reparar la injusticia que mina la salud de la humanidad.

@ Pensemos en el difícil trabajo de los operadores sanitarios, enfermeros y médicos, con los enfermos discapacitados que tienen el COVID-19. Oremos juntos por las personas con discapacidad y por quienes las asisten.

@ Hay quien ya, ahora, piensa en lo que sucederá tras la epidemia, en todos los problemas que habrá de pobreza, de trabajo, de hambre. Oremos juntos por toda la gente que ayuda hoy, y piensa también en el mañana para ayudarnos a todos.

Fuente: TN

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Dra. Jessica Mineo
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