El debate parlamentario sobre la reglamentación del trabajo remoto o “teletrabajo” pasa por alto una realidad que comprende a 5,3 millones de personas de sectores socialmente vulnerables, cuyas actividades laborales no pueden adaptarse a la modalidad a distancia y que en su mayor parte se desarrollan en la informalidad.
El Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC) los denomina “los no teletrabajables” y entre ellos se encuentran el servicio doméstico, personal no docente de servicios educativos, construcción, comercio, industria y gastronomía, sectores que se encuentran entre los más desfavorecidos por las restricciones a la movilidad social dispuestas en la cuarentena por la pandemia de coronavirus.
La masa de 5,3 millones de trabajadores no teletrabajables es muy heterogénea y CIPPEC la clasificó en tres grupos, de acuerdo con el nivel de proximidad al riesgo de contagio de Covid-19, en una investigación desarrollada por Ramiro Albrieu y Megan Ballesty, respectivamente investigador principal y coordinadora del Programa de Desarrollo Económico de la entidad.
Albrieu y Ballesti se focalizaron en el segmento de trabajadores no exceptuados en los inicios de la cuarentena y no teletrabajables, es decir, “aquellos que por no calificar para una excepción al aislamiento ni poder realizar sus tareas en forma remota, enfrentan mayor vulnerabilidad económica frente a las medidas de aislamiento impuestas por la pandemia”.
En el grupo de actividades vulnerables de baja proximidad, se desempeñan unos 800.000 trabajadores, por lo general con poco contacto con otras personas.
Entre estos, se destaca que “660.000 son menores de 60 años y, por lo tanto, no son parte de la población de riesgo”, un 90% de ellos son mujeres, el 60% trabaja en la informalidad y un 65% de los que declaran ingresos se agrupa en el 30% de la estructura laboral con menores ingresos.
Por rama de actividad, el 80% trabaja en el segmento de limpieza del servicio doméstico, y poco menos del 10% en ramas no teletrabajables asociadas a la enseñanza.
El segundo grupo, de proximidad media, es el más numeroso, con unos 3,6 millones de personas, y una alta heterogeneidad, con participación similar de los distintos grupos de ingreso.
En este caso, hay un 75% de hombres y una informalidad que roza el 50%, en tanto el 80% de las ocupaciones son de capacitación operativa, con un 2% de calificación profesional.
Las actividades principales están relacionadas con el comercio, la construcción y la industria, que en conjunto representan el 70% del grupo, mientras para la economía en general llegan al 40%.
El tercer grupo es el de las actividades vulnerables de mayor proximidad con un poco menos de un millón de trabajadores, de los cuales el 20% supera los 60 años.
“Es un sector de alta vulnerabilidad social en donde la informalidad alcanza el 55% y las ocupaciones operativas y no calificadas comprenden al 80% de los ocupados”, indican Albrieu y Ballesty.
El 65% son mujeres que se desempeñan principalmente en servicios domésticos, particularmente en el segmento de cuidado de personas y servicios de sanidad no calificados, si bien también tienen un rol importante los servicios personales, las actividades relacionadas con la enseñanza, los servicios de alojamiento y gastronomía y el comercio.
El análisis de los no teletrabajables vulnerables agrega el riesgo que representa el traslado en transporte público, aun a personas que en su actividad cuentan con poca interacción.
En todo el país, ya sea en colectivo, tren, subte, trolebús o combi, el traslado en transporte público abarca al 43% al 44% de los trabajadores de los servicios doméstico, sociales y de salud y al 30% de la industria y la construcción.
Fuente: NA
Esta entrada ha sido publicada el 27 de julio, 2020 08:07
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