Después de una primera convocatoria, que ganó el texto La Casa de Ivana Soto, empieza una nueva edición que exige escribir todos los días. Ahora con jurados y tutores internacionales. ¿Te vas a anotar?
Muchos de los que se presentan, en el clip de lanzamiento del segundo mundial de escritura pergeñado por el tallerista Santiago Llach, no haría falta que lo hicieran. Son bien conocidos por los lectores de distintos países. Algunos, incluso, verdaderas estrellas, como el inglés Nick Hornby. Junto a él, Guadalupe Nettel o el argentino Pedro Mairal invitan a anotarse a esto, una competencia que tiene como expectativa convocar a miles de escritores, de todas las edades, de todos los países.
Esta edición sigue a la que cerró el 5 de abril pasado y tuvo 2600 participantes. En ese entonces, un jurado integrado por Leila Guerriero, el chileno Alejandro Zambra y el costarricense Luis Chaves, eligió el texto La Casa, de Ivana Soto, como ganador. Ahora los notables a cargo de la selección son Mariana Enriquez, en su gran momento después de haber ganado el premio Herralde por su novelón Nuestra parte de Noche, el español Javier Cercas y el estadounidense Jonathan Lethem.
La novedad, además de la internacionalización del evento, es que también se sumará un grupo de escritores talleristas que irán proponiendo consignas a los participantes. Ahí están las argentinas Florencia Etcheves y Camila Fabbri, la española Luna Miguel o el brasilero Joca Reiners Terron. Y Hornby.
Hay que trabajar: escribir tres mil caracteres diarios, entre el 1º y el 14 de julio, después de anotarse en www.mundialdeescritura.com
Habrá, esta vez, tres ganadores, que recibirán una suscripción de un año al club del libro Pez Banana o una compra de diez libros, si viven en el exterior. Una manera de continuar con el objetivo de todo el asunto: motivar a los más jóvenes y acercarlos a la literatura con el estímulo lúdico de un mundial. Una competencia, un juego. Además, los diez textos finalistas serán traducidos al inglés para que Lethem pueda evaluarlos.
Es interesante dar cuenta del pequeño gran fenómeno que están protagonizando los clubes de lectura en estos días. El asociado al Mundial de Escritura, el salingeriano Pez Banana, tiene ya seiscientos miembros que, con una suscripción mensual de $900 reciben en sus casas un paquete con novedades literarias seleccionadas por sus fundadores, Santiago Llach y Florencia Ure. A cambio, les envían a la casa la mejor ficción del mes, por el mismo precio que cuesta el libro, con el envío gratis, más unas páginas de comentarios e información sobre la lectura, para “iniciar el diálogo”.
Hay lectores de todas las edades, y de distintas ciudades de la Argentina, que encuentran una manera de recibir materiales que difícilmente lleguen a sus librerías más cercanas, si las tienen. Pero quizá, además de que alguien con criterio elija por uno, abren la puerta al debate colectivo. ¿Quién no siente a veces que le falta alguien con quien discutir, o compartir las emociones que le provoca la lectura?
En otro club de lectura de nombre elocuente, Leamos pendientes, son mayoría de mujeres. Lo que iba a funcionar en librerías quedó, con la pandemia, en la virtualidad de los encuentros por Skype. Su coordinadora, la estudiante de letras Agustina de Diego (@agusrecomienda en IG), dice que la idea nació a partir de todo lo que llevaba de vacaciones y terminaba por no leer. “Hacemos grupos reducidos, de entre cinco y diez personas, y analizamos con mi guía, pero con total libertad, esos libros que tenemos en la biblioteca sin leer. La idea es comentar entre todos, expresarse”.
Guía es una palabra clave. Tanto para lectores habituales como para recién llegados, que encuentran en los clubes de libro una especie de alivio a la presión que implica elegir bien. “Con la cantidad de ofertas y novedades que hay en el mercado, muchos se sienten perdidos a la hora de elegir”, dice Ure. “Crecimos muchísimo desde la cuarentena. Con las librerías cerradas pero también ahora que abrieron, porque la elección es difícil. Luego está la alegría de recibir el paquete en casa, con los comentarios nuestros, con tips sobre el autor, o la época, construyendo un diálogo con los miembros del club, hablando de literatura”.
Pez Banana tiene un público variado, que incluye lectores noveles y gente que suscribe a otros como regalo (para el Día del Padre, por ejemplo). “Nos dimos cuenta de que hay mucha gente que no tiene mucha lectura previa y la verdad es que los libros que elegimos, si bien intentamos que sean para todo público, son libros que nos gustan a nosotros. No vamos a una literatura comercial para intentar llegar a más gente”, explica Ure.
El fenómeno de los clubes de lectura, como Pez Banana, o como Club de Lectura Carbono, que envía su inspirado newsletter casa semana vía email, es bien conocido por los pequeños libreros. Si uno habla con ellos, en estos días, apuntan también una realidad de perogrullo: la gente encerrada tiene más tiempo para leer. Y las pantallas saturan. La tele, las series, tienen un límite. Lo más interesante, quizá, es que muchos suscriptores no eran lectores, sino que se iniciaron en la lectura con los clubes de libro.
“Muchos traían a las charlas lecturas de la secundaria, y ahora están encantados -dice Ure-. Y muchas gente, no tan lectora, valora la compañía. Sentir que estamos en diálogo sobre un libro, contestando preguntas, intercambiando ideas. No es menor sentirse acompañado en cuarentena y con un libro que sigue siendo uno de los pasatiempos más baratos que hay“.
Fuente: TN
Esta entrada ha sido publicada el 18 de junio, 2020 09:38
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