Cumplido un mes del aislamiento social preventivo y obligatorio por el Covid-19, Argentina –y el mundo- viven las consecuencias de una pandemia que, como no cuenta con una vacuna, afecta a una gran cantidad de personas y genera consecuencias devastadoras tanto a nivel sanitario como económico.
En este contexto, la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) llamó a establecer un paralelismo con el sarampión, una condición para la que sí hay vacuna, y que si bien se suponía que estaba bastante controlada a nivel mundial, a nivel local hay un nuevo brote en curso –el más extenso desde la eliminación de la circulación endémica- en buena medida por la falta de vacunación de los menores.
El sarampión es una enfermedad viral altamente transmisible de persona a persona a través de secreciones nasales o de la boca de personas infectadas. Puede producir una enfermedad potencialmente fatal, sobre todo en los niños más vulnerables y si bien no tiene un tratamiento específico, sí se dispone de una vacuna segura y eficaz que está incluida en el Calendario Nacional de Inmunizaciones, gratuito y obligatorio.
Dicho brote ya lleva 160 infectados. De ellos, 107 se registraron desde agosto de 2019 (de los cuales, siete fueron importados o relacionados a la importación), y 53 en 2020 (según reportes actualizados al 5 de abril), de los cuales nueve son importados y 44 de origen desconocido.
La inmunización contra el sarampión está incluida en la vacuna denominada “triple viral” -que inmuniza también contra paperas y rubeola- y que se administra de manera gratuita y obligatoria. El calendario de vacunación obligatorio incluye dos dosis que se aplican en cualquier hospital o centro asistencial: la primera a los 12 meses de vida y la segunda al momento del ingreso escolar, entre los cinco y los seis años. Como medidas de prevención también se recomienda evitar el contacto con personas que puedan estar enfermas, utilizar tapabocas y lavarse las manos con frecuencia.
Dada la situación actual, desde el año pasado se recomienda la aplicación de una “dosis cero” a los bebés de entre 6 y 12 meses que viven en áreas de circulación viral reconocida (esta dosis no se contabiliza y se comienza el esquema oficial al cumplir un año de edad); dosis que no hace falta en aquellos que viven en provincias donde no hay circulación viral. (NA)