Sin lugar a dudas, esta es una historia de vida muy dura que tiene como final el reencuentro de hermanos que crecieron sin saber de la existencia de los otros. En total, son 16 y la verdad familiar se conoció hace apenas cuatro años, cuando Karina y Elizabeth se pusieron en contacto a través de las redes sociales. Ambas buscaban a su mamá biológica, Rosa, que las había abandonado cuando eran bebas.
Por diversas razones, la mujer abandonó, entregó o dio en adopción a su 16 hijos. En algunos de los casos, los chicos fueron criados por una familia, pero en otros, fueron víctimas del desamparo, del maltrato y hasta de abuso. Como suele decirse popularmente “la sangre tira” y más allá de todo lo que atravesaron y el dolor indescriptible que sintieron, los hijos de Rosa consiguieron reunirse.
La que logró el encuentro fue Karina. Ella nació en el Hospital de Clínicas hace 43 años. Rosa le puso al nacer el nombre de Vilma Daniela Karina. A los seis meses, la dejó en el hospital Finochietto y y tres meses después, la adoptaron Jaime y Martha, una pareja que siempre le insistió para que buscara a su familia biológica. “A partir del nombre que figuraba en mi partida de nacimiento, pude empezar a averiguar. Me llevó muchísimo tiempo hallarla y cuando lo conseguí, descubrí que tenía 15 hermanos”, indica Karina a TN.com.ar.
El comienzo
Mientras investigaba sus orígenes, hace cuatro años, se topó con un mensaje de Elizabeth por las redes sociales. “Ambas intentábamos localizar a nuestra madre. Eli leyó un posteo mío y me escribió por privado que éramos hijas de la misma mujer. ‘Soy tu hermana biológica, respondeme’, me mandó”.
A la media hora, se estaban encontrando en la estación de trenes de Longchamps. Lo primero que hicieron fue abrazarse.”Fuimos a la casa de Eli y fue como si nos conociéramos de toda la vida. Después, descubrimos que teníamos más hermanos, incluso algunos que ya fallecieron”.
Juntas recorrieron muchas oficinas para dar con el paradero de Rosa. El día del cumpleaños de Karina, las llamaron para informarles que había aparecido. “Fue muy loco porque todo el dolor y el rencor que había sentido se fue en cuanto la vi“. Afirma Karina.
Rosa vivió un tiempo en la casa de Karina. Ahí, le contó que tenía más hermanos y que toda su vida había trabajado en la calle, en la prostitución.”Cuando estuvo conmigo, me pidió disculpas por haberme abandonado. Yo le dije que gracias a esa decisión, tuve la crianza que tuve y, por suerte, no pasé por muchas de las cosas que tuvieron que atravesar mis hermanos. Me dijo que se equivocó y por lo menos, tuvo la amabilidad de guiarme hasta donde estaba el resto“.
Al poco tiempo, la mujer murió y en el entierro en 2016 se reunió la mayoría de sus hijos. “Creo que ellos lo hicieron por mí más que por ella. Yo les insistí que nos viéramos todos en el cementerio porque le había prometido que los iba a juntar para que los viera, pero eso nunca llegó a concretarse”, explica Karina.
La unión de los hermanos
De la entrevista con TN.com.ar participaron solo tres de los hermanos. Karina, Elizabeth y Belén. “Nosotras sabíamos el nombre de nuestra madre y con ese dato empezamos a rastrearla. Yo quedé al cuidado de mi papá y mi abuela paterna que, para protegerme, me ocultaron durante mi niñez que ella estaba viva”, recuerda Elizabeth.
Por su parte, Belén llegó a convivir con Rosa unos años, hasta que se fue y la dejó con otros dos hermanos. Belén y Elizabeth pudieron abrazarse por primera vez durante la nota. “A veces, por diferentes circunstancias, no se daban las condiciones para el encuentro. Ahora, la veo a Elizabeth y pienso que es muy parecida a mi hijo y me pone contenta”, agrega Belén.
Karina hace memoria de cómo fue conociendo a cada uno de sus hermanos.“En dos meses, nos encontramos diez personas. Primero, con Eli en la estación, que me abrazó y me morí, porque no sabia qué decirle más que que éramos hermanas. Después, llegó el turno de Yamila que vive en Tigre y tiene cinco chicos. Y al poco tiempo, nos reunimos con Damián que vive en la isla”.
“Por intermedio de Roxana, a la que vi por primera vez esa misma semana, llegué a Belén. Eramos diez historias distintas que tenían que acomodarse para entrar uno en la vida del otro. Con Daniel, el más grande, tiempo después quedamos en vernos en la estación de trenes de Tigre. Melina estaba en un hogar e hicimos los trámites para sacarla pero no se quedó a vivir con nosotras. El último, fue Alexis”, enumera.
“Algunos quedaron dando vueltas en la vida. Tenemos información, los buscamos y sabemos que quizás,en algún momento, nos podamos ver. No todos están preparados para recibir esta noticia así que disfrutamos los que estamos y nos cuidamos. Para mí, tener hermanos es todo, porque yo era hija única, adoptada. Mis papás eran muy grandes y me decían que no me querían dejar sola”, repite emocionada Karina.
Elizabeth explica que, por momentos, es difícil vincularse entre todos porque vivió cuarenta años sin saber que existían. De todos los hermanos, sobre la que hacen hincapié es sobre la menor. “Somos todos muy distintos, con realidades muy diferentes. A la más chica, la sacamos de un hogar para que se quedara con nosotras, pero su elección fue seguir los pasos de nuestra madre. Las veces que tratamos de rescatarla, siempre vuelve a la calle. Aún así, sabe que tiene las puertas abiertas. Nosotros construímos día a día un lazo de familia. Lo que Rosa hizo o no hizo no es un problema nuestro. Ahora solo pensamos en seguir adelante recorriendo el camino juntos”, resalta Eli.
Fuente: tn.com.ar