Durante tres horas los ciudadanos de muchos países pudieron disfrutar de un fenómeno único, el eclipse solar. En México y Los Ángeles, de París a Uarzazat, las miradas se posaron en el cielo para observar el espectáculo, que empezó con la Luna llena que fue suavemente “tapada” por la sombra de la Tierra, luego una hora de eclipse total y finalmente otra hora en que la Luna progresivamente se asomó nuevamente plena y brillante.
Fue una superluna, el término que se usa cuando el satélite se ubica a una distancia relativamente cerca de la Tierra, unos 358.000 kilómetros, por lo que se vio más grande de lo normal. Además, en dirección este, Venus y Júpiter brillaron en el cielo nocturno.
Durante la fase total del eclipse, la Luna apareció pintada con tonos rojos o rosados, en un efecto conocido como “luna de sangre”. El enrojecimiento se produce porque durante el eclipse los rayos del Sol impactan directamente sobre la Luna, porque la Tierra está en el medio. Estos rayos son filtrados por la atmósfera: los rojos se desvían hacia el interior del cono de sombra y por lo tanto hacia la Luna, mientras que los azules divergen hacia el exterior.
En Londres los aficionados a la astronomía no tuvieron suerte ya que las nubes bloquearon la vista, aunque en otras ciudades como Brighton se pudo apreciar el espectáculo. Mientras que en Montevideo, México, Miami y París, donde hubo cielo despejado y el fenómeno se vio plenamente.
Mientras que en Alemania se pudo ver desde varias regiones, en tanto que en el norte del país europeo y en la zona de los Alpes el cielo estuvo cubierto y las nubes no permitieron disfrutar del espectáculo natural.
La última vez que se había observado un eclipse total desde Europa fue en julio de 2018. La próxima oportunidad será en 2022, pero uno total que sea visible desde todo el continente recién podrá verse nuevamente en 2029. Mientras que en América del Norte se podrá ver una “luna de sangre” en 2021 en la costa oeste y en 2022 en la costa este.