Un 27% de los deudores de créditos hipotecarios UVA están en condiciones de solicitar ante su banco la activación de la cláusula gatillo para pedir un tope en la actualización de las cuotas o una extensión en el plazo del pago. Ese mecanismo, que fue anunciado por el Gobierno en octubre, incluye a aquellos a quienes la variación de la mensualidad haya superado en un 10% el avance de su sueldo en el mismo lapso.
De acuerdo a datos del Banco Central, unos 35 mil tomadores préstamos indexados a la inflación están técnicamente en condiciones de pedir más tiempo para repagarlo. Algunas semanas atrás, el secretario de Vivienda nacional Iván Kerr había afirmado: “Hicimos un análisis con el Banco Central del impacto de la inflación en noviembre y de los 130 mil créditos dados, a 35 mil ya les impactaba el 10% y estarían en condiciones de solicitar la prórroga”.
Esta cláusula fue anunciada en octubre por el presidente Mauricio Macri en el marco de un paquete de medidas destinadas al sector inmobiliario. “Hemos puesto un tope a los aumentos para que estén tranquilos: la cuota no se va a disparar“, fue la forma en que el jefe de Estado presentó la implementación del nuevo mecanismo.
Uno de los temores más fuertes de los deudores hipotecarios estuvo relacionado, durante 2018, a que el incremento que sufrieron las cuotas del crédito fue mayor al ritmo con el que se actualizaron los sueldos. Esta diferencia se produjo por la caída del poder de compra del salario, que hacia fines de 2018 ya había perdido casi 20 puntos respecto a la suba de precios.
En un contexto en el que la inflación se aceleraba y la oposición ya había presentado dos proyectos de ley para evitar estos desajustes en la relación ingresos-cuota del crédito, el Poder Ejecutivo puso en marcha la medida, que no solo funciona para deudores hipotecarios sino para quienes tengan, por ejemplo, créditos personales UVA.
La cláusula gatillo funciona de la siguiente manera. La relación entre el salario y la cuota mensual se mide a partir de dos índices: el IPC que mide los precios y el Coeficiente de Variación Salarial (CVS), que son los dos indicadores que siguen los bancos.
En un año como 2018, en que hubo una brecha grande entre ambos índices, la elección entre alguno de los dos hace la diferencia en términos económicos. Por ejemplo, hasta octubre la inflación interanual fue de 45,9%, mientras que los sueldos avanzaron, en términos generales, un 27,8%, es decir que la diferencia es apenas mayor al 18%.
En ese contexto, el tope a las cuotas funciona así. Si un crédito tomado en octubre de 2017 y cuya cuota inicial fue de $15.000 se habría actualizado en un año hasta los $21.885, el mencionado 45,9% de inflación. En el mismo período, si los salarios aumentaron 27,8%, la cláusula permite, como mucho, que la cuota exceda un 10% al CVS, en este caso serían 37,8%.
De esta manera, en lugar de los $21.885 potenciales, el pago mensual sería de $20.670. Si el deudor tomara esta opción, la diferencia ($1215) se capitalizará una vez que la relación cuota ingreso vuelva a niveles anteriores, es decir cuando se recupere el poder de compra del salario.
La otra opción para el tomador del crédito UVA será pedir una extensión del plazo de pago de hasta un 25% del lapso total de repago. Esta alternativa, de todas formas, ya estaba prevista en las condiciones originales bajo las cuales se implementaron los hipotecarios indexados.
Fuente: tn.com.ar
Esta entrada ha sido publicada el 14 de enero, 2019 10:20
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