Fue el único de los integrantes del plantel de la Escuela de Mecánica de la Armada que confirmó en 1995, en una larga entrevista periodística lo que era un secreto a voces: la existencia de los vuelos de la muerte, el método que la Marina había elegido para hacer desaparecer los cuerpos de los detenidos.
Adolfo Scilingo comenzó a conceder reportajes, a asistir a programas de televisión. Acusado por sus excamaradas de estafador y mentiroso, con la desconfianza de los sobrevivientes que nunca lo habían visto entre los miembros del grupo de tareas yrepudiado por los organismos de derechos humanos, aportó sin embargo datos precisos de los mecanismos que se ponían en funcionamiento para el “traslado” de detenidos en aviones Electra Lockheed 188 y Skyvan desde la zona militar del Aeroparque metropolitano.
Mencionó también los nombres de los integrantes de la cadena de mando responsable de los vuelos. Y precisó que se desempeñaba en el área Automotores del centro clandestino de detención y torturas más importante de la Argentina. Nada podía hacerse para castigarlo entonces en el país, porque regía el paraguas de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final.
Además de darle un largo reportaje al periodista Horacio Verbitsky, que se transformó en el libro El Vuelo, traducido a varios idiomas, publicó su propio relato en edición limitada, “Por siempre Nunca Más”.
El portal Vozpópuli lo encontró con pantalones beige y una camisa blanca, a sus 71 años, caminando hasta un comercio por las calles de un pueblo de casas de piedra de la comunidad de Madrid, en la serranía cercana a la ciudad. El periodista describe el caminar del excapitán como “erguido, pero lento, a pequeños pasos”. El exmilitar no se detiene a hablar con nadie, no frecuenta los cafés ni se relaciona con vecinos. Nadie conoce su pasado. La casa donde vive con su mujer, su hija y sus nietos es de color rojizo, modesta. Ocupa un primer piso.
“Scilingo ahora huye de los periodistas. Deja que sea su mujer la que abra la puerta de casa para decir que ‘él ahora no está’ o que ‘no volverá hasta la noche’. Se preocupa de abrir la puerta lo justo y evitar que el extraño pueda ver a su marido en el interior de una casa modesta. El exmilitar rechaza por tanto la invitación a participar en este reportaje y poder hablar sobre su arrepentimiento, sus víctimas”, dice el artículo firmado por Javier Martínez.
La mujer alega que está esperando el fin de su condena. En 2019 ya podría optar por la libertad condicional. Sonríe cuando le dice al reportero que “el tribunal supremo se pronunciará pronto, que habrá novedades”. Scilingo procura la anulación de la sentencia que se encuentra firme desde 2007 apoyándose en la desclasificación de informes de inteligencia argentina.
Hace tres años, se le negó el llamado grado 3 en la progresividad de la pena, por el que habría podido salir todos los días de prisión, por que no reconoce plenamente los hechos por los que se le condenó. Como tiene el grado 2, deja la cárcel solamente 36 días al año, repartidos en períodos no mayores a una semana. En Alcalá de Henares, donde cumple su sentencia, tiene un trabajo remunerado.