Dos hombres pegaron fotos de desastres climáticos sobre el vidrio que protege la pintura de más de 500 años. La obra ya había sido atacada. La seguidilla de acciones que pretenden alertar sobre el cambio climático no para desde 2021.
Ahora le tocó a una de las pinturas más icónicas del arte renacentista Sandro Botticelli: El nacimiento de Venus, de 1485.
Dos integrantes de la agrupación Última Generación atacaron la obra, una de las “celebridades” de la ciudad italiana de Florencia.
Entraron a la Galería Uffizi, antiguo palacio de los Médici, y cubrieron el cristal de protección de la obra maestra de Botticelli con fotografías que reflejan efectos del cambio climático.
La pieza de más de 500 años es una alegoría del renacimiento del alma humana y fue cubierta por imágenes que pretenden alertar sobre la emergencia ambiental.
Sobre el vidrio que protege la tela de más de 5 siglos de antigüedad, los activistas pegaron imágenes de la ciudad de Toscana bajo el agua, por la reciente inundación en Campi Bisenzio, y cubrieron así -en parte- el célebre lienzo del siglo XV.
Esta misma obra ya había sido atacada en el año 2022, por dos activistas que habían pegado sus manos al cristal que protegía la pintura de Botticelli, en los Uffizi.
La obra no sufrió ningún daño en aquella vez ni tampoco ahora, de acuerdo con medios locales.
“Hoy este cuadro, símbolo de amor y belleza, se ha transformado, mostrando la destrucción y el dolor que ya estamos viviendo por la crisis climática. El Gobierno sigue fingiendo que los campos no se quemarán en enero, que el agua no será un problema este verano, que las casas destruidas por las inundaciones son acontecimientos accidentales y no causados por decisiones humanas. Y en lugar de abordar estos problemas reales, dicta leyes absurdas”, leyó uno de los activistas, antes de ser detenido, junto con el otro atacante.
Inmediatamente después de leer el comunicado, en el suelo de la sala de los Uffizi se colocó una pancarta que decía “Fondo de reparación de 20 mil millones para los daños causados por los desastres climáticos”.
En enero, el alcalde de Florencia, Dario Nardella, había dicho que “una batalla sacrosanta como la de la emergencia medioambiental no se puede librar atacando, aunque sólo sea simbólicamente, el arte y la cultura”.
Tan solo en los últimos días, activistas arrojaron sopa de calabaza sobre el cristal que protege La Gioconda de Leonardo da Vinci, a fines de enero, y lo mismo hicieron sobre La primavera del pintor impresionista Claude Monet en el Museo de Bellas Artes de Lyon.
La seguidilla venía del año 2021, cuando atacaron Los girasoles de Van Gogh en la National Gallery de Londres, mientras que en octubre del 2022 la policía neerlandesa detuvo a tres activistas climáticos del movimiento Just Stop Oil luego de que atacasen el cuadro La joven de la perla (1665), del pintor del Siglo de Oro Johannes Vermeer, en la galería Mauritshuis de La Haya.
Más tarde tiraron harina sobre un automóvil pintado por Andy Warhol, o echaron pintura roja a un cuadro de Claude Monet en Estocolmo, entre otros hechos vandálicos.
Las acciones no ha hecho más que ganar críticas y rechazo: irrumpen en espacios cerrados, atacan patrimonio cultural, en su mayoría obras de cientos de años, a veces tiran comida, en nombre de la defensa del planeta.
¿Es que acaso creen que a los museos no les preocupa el cambio climático? se desprendió de una declaración emitida el año pasado por el Consejo Internacional de Museos (ICOM) frente a esta oleada que se ha intensificado en los dos últimos años.
El Parlamento italiano aprobó en enero una ley que aumenta las penas para los autores de acciones contra monumentos o lugares culturales, en respuesta a una serie de acciones por parte de los defensores del clima.
Con información de agencias
JS
Fuente: Clarín
Esta entrada ha sido publicada el 15 de febrero, 2024 10:53
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