En el camino de la fe, todos las opciones son respetables. Pero existe una mujer cuyo nombre trasciende y afirman que hace milagros con una frecuencia llamativa: la mención es para Leda, una oriunda de Rosario que fue entrevistada por María Belén Ludueña para Poco Correctos.
La señal fue recibida por Leda hace varios años. Ella caminaba por la vereda cuando vio pasar uno de los tantos colectivos que circulan en la ciudad santafesina. Pero algo la paralizó: un hombre iba sentado mirando hacia la ventanilla cuando ella lo visualizó. La anomalía fue que no sólo pudo ver su aspecto físico, sino que además detectó el universo interior de un desconocido.
Quedó conmovida y agitada al percibir que, porprimera vez, pudo distinguir el estado de ánimo sombrío y perturbado de otra persona. Y, a partir de ahí, tuvo la valentía de darse cuenta que fue una señal de Dios para empezar esta aventura de ayudar a los demás.
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En diálogo con eltrece, contó: “Soy una mujer igual que todas, aunque no lo crean. Por lo menos tengo la vida que cualquier mujer tiene, después lo que Dios hace conmigo es interminable y lo agradezco”, inició el relato.
“Hace nueve años que yo recibí este carisma, fue transitarlo y descubrirlo. Fue ir aceptando que Dios me había elegido por medio de milagros y sanidades que iban apareciendo. Fue un descubrir personal y un caminar aceptando que todo iba a ser distinto para mí”, agregó con una luz radiante en su mirada.
Leda contó cómo fue el cambio en su vida
Leda se acostumbró a estar rodeada por miles de personas que buscan ser testidos de su don. Eso, lógicamente, se vuelve llamativo para alguien que tuvo una vida normal. “Yo tenía mi trabajo, de hecho lo sostengo. Trabajo en lo que es textil, pero ahora los tiempos son menos. Estamos reordenando la vida familiar, tengo cinco hijos y una nieta”.
“El milagro más fuerte fue con una mujer en silla de ruedas que empezó a caminar. Ahí descubro que había algo que había ocurrido, que trascendía lo natural. Hemos tenido la suerte de poder recibir a gente en silla de ruedas y salir caminando. Eso me hacía ver que valía la pena el esfuerzo. Que Dios trasciende lo humano. Sé que no soy capaz de eso, es Dios y lo pongo bien en alto”.
Y cerró la anécdota: “Ese día llegué cansada. Cuando se para esta mujer y empieza a caminar, fue la fuerza que necesitaba para seguir recibiendo a los 4 mil que faltaban. En ese momento la gente empezó a aplaudir, le dije a uno de los sacerdotes que fuera a mirar qué pasaba. Ahí me dijo que había una mujer que no caminaba hacía muchos años, y se iba caminando”.
Fuente: Eltrece
