Nacieron el mismo año, vivían a dos cuadras y media, hicieron juntos jardín y colegio y sus madres guardan una historia especial. Cuando él se fue de la Argentina, la amistad siguió a la distancia.
Celia Cuccittini y Silvia Arellano eran, como tantos otros casos, dos mujeres que a partir de conocerse como vecinas de un mismo barrio, en este caso La Bajada, de Rosario, se hicieron muy amigas. Y esta historia se trata justamente de la amistad, pero no de ellas, sino de sus hijos: Lionel Messi y Cintia Arellano, respectivamente.
La familia Messi vivía en la calle Estado de Israel al 409 y la familia Arellano en el Pasaje Ibáñez, a solo dos cuadras y media de distancia. Curiosamente, Celia y Silvia, que ya tenían otros hijos, quedaron embarazadas prácticamente al mismo tiempo y, así, Lionel y Cintia nacieron casi a la par, en el año 1987.
Tal era la confianza entre las familias, que en el barrio que a Leo y Cintia los llamaban los “hermanos de leche”, como otrora se llamaba a aquellos niños que, sin haber nacido de la misma madre, eran amamantados por la misma mujer. ¿Como es esto? Según la circunstancia o necesidad, Celia amamantaba a Cintia y Silvia hacía lo propio con Lionel.
La unión parecía cosa juzgada y así fue por mucho años, tiempo en el que construyeron una amistad que para el mejor jugador del mundo fue una especie de salvación durante la infancia. “Prácticamente vivían juntos. Compartían mucho tiempo, festejaban los cumpleaños, las fiestas. Jugaban todo el día”, contó Rubén Manicavale, abuelo de Cintia, quien agrega: “Cuando Celia, la mamá de Lío, se iba a trabajar, lo dejaba al cuidado de Silvia, mi mujer, que también cuidaba a Cintia, mi nieta, que fue muy amiga de él toda la vida”.
Y de un Messi al que en el barrio La Bajada llamaban “Lío” en lugar de Lionel o Leo, recordó: “Siempre venía a casa, desde que era chiquito. No tenía un año cuando mi mujer lo agarraba de las manitos y él, que no caminaba, la tironeaba para que lo acerque hasta una pelota”.
Cintia no quiere hablar de lo que fue. Ella no es (ni pretende ser) una persona pública ni volverse masiva por una historia de amistad real, por una parte de su vida que disfrutó con la inocencia de la niñez y el amor más puro de la amistad, nada menos que con quien luego se convertiría en una de las personas más influyentes de la historia en su deporte.
Apenas una vez, la única que habló de Lionel Messi, contó una de las tantas vivencias que tiene junto a Leo y que se daba en el marco de la Escuela General N°66 Las Heras, donde se formaron desde el jardín y hasta que el futbolista viajó con su familia a Barcelona.
“El siempre se sentaba delante de mí o atrás, me daba un golpe en la silla y me pasaba un papelito para que yo le pusiera las respuestas”, contó y de entonces, del Lionel Messi que apenas era un niño de Rosario sin la trascendencia mundial que luego iba a lograr, recuerda: “Los chicos de la escuela siempre se peleaban para que Leo jugara en su equipo porque con él ganaban seguro”.
Cuando Leo fichó por el Barcelona en un compromiso que en primera instancia se redactó en la famosa servilleta de una cafetería, allá por octubre de 2000, comenzó a forjarse una de las historias futbolísticas más impresionantes de la historia.
Lionel Messi tenía entonces 13 años y fue su amiga Cintia Arellano la destinatarias de muchas de las camisetas que el jugador tenía e iría a tener porque, pese a la distancia, siguieron alimentando la amistad. “Cuando él se fue a España, la amistad siguió. Al principio, él venía más seguido al barrio y se veían, pero después se fue convirtiendo en un ídolo y ya no podía volver o caminar libremente por acá”, contó a TN una persona que vivió la relación desde muy cerca, pero prefirió guardar su identidad.
De Leo se sabe absolutamente todo. Se convirtió en el mejor jugador del mundo, se puso de novio con Antonela Roccuzzo, su novia de toda la vida con quien luego se casó y tuvo tres hijos, Thiago, Mateo y Ciro Messi.
De Cintia Arellano, TN pudo saber que finalizó sus estudios secundarios, que luego se recibió de psicóloga y que se dedicó al tratamiento de niños con discapacidades. Y que también, como Leo, también se fue del barrio La Bajada, se casó y tuvo una hija.
Lionel Messi eran tan tímido, que Cintia Arellano, su mejor amiga, “le compraba hasta la merienda”, cuentan las maestras de la escuela que cada día los recibía, a apenas cinco cuadras de la casa del futbolista. Era ella la que hablaba por él, la que lo ayudaba y a quien él elegía como su persona de confianza, “la única con quien no tenía vergüenza”, contaron en el entorno de una mujer que, pudiendo aprovechar su historia de amistad con el mejor del mundo, decide guardar cada uno de los incontables recuerdos y vivencias, y ser leal a ese vínculo que fue, acaso, uno de los más importantes y desinteresados en la vida del mejor futbolista del mundo.
Fuente: TN
Esta entrada ha sido publicada el 20 de julio, 2023 07:36
Deja un Comentario