Rápidamente, el mismo viernes, el gobierno encontró a los culpables del ataque a Cristina Kirchner: éramos nosotros. Mirá la imagen que transmitió Télam, la agencia oficial de noticias.
Desechó de plano la teoría del loco suelto y extendió la inocencia de Cristina como víctima del atentado a todo lo demás. El atentado demostraba su inocencia en el juicio de Obra Pública, con los hoteles y con los cuadernos. Esto dijeron Kiciloff, Vilma Ibarra, Giardinelli, Kollmann, Mayra Mendoza y otros.
El Presidente calificó el hecho como el mayor atentado desde la vuelta a la democracia, olvidando los tres atentados a Alfonsín (1986/89/91) o la muerte -según sus padres, el asesinato- de Carlitos Menem junior en 1995.
El kirchnerismo insiste en confundir algunos términos: la democracia somos todos, el pueblo somos todos, el Estado somos todos.
El atentado fue un hecho lamentable. Nadie puede estar de acuerdo con la muerte. Ya hubo mucha muerte en la Argentina. Llama la atención que el mismo gobierno que justificó la muerte en los setenta la denoste ahora. Enhorabuena si eso significa un crecimiento.
Ojalá que Cristina se recupere rápido de este incidente. Pero frente al río revuelto que esto provocó hay que decir que no es todo lo mismo: el atentado no la volvió inocente, Luciani o el TOF 2 no forman parte de ningún discurso del odio y, aunque fuera condenada, no estará proscrita para 2023.
El loco suelto, hay que decirlo, fue un raro loco suelto. No se puede ignorar que, en redes, más del 62% de la gente cree que este fue un atentado armado.
Está más que claro que con el atentado Cristina es víctima, pero el Gobierno después del atentado, profundizó la grieta como nunca antes.
Ser víctima no la transforma en santa Cristina y el raro loco suelto debe ser investigado.
Fuente: TN