apasionada

Flor Vigna resaltó su intimidad con Luciano Castro

“Era Flor Virga”, sentenció la cantante. “En mi relación anterior, de noche miraba programas chinos para producir contenidos”, agregó.

Flor Vigna abrió su corazón. Se jugó por su sueño. Lo financió. Y descubrió en Luciano Castro el amor. De otra forma. Algo que no había experimentado. Vigna, sin corazas. Se despojó de lo aniñado y sorprendió a más de uno con sus declaraciones. 

“Basta de creer que el sexo es un servicio o es un show que hay que hacer para ellos”, sostuvo. 

“Tenemos un gran poder y por siglos se nos inculcó el miedo de usarlo. La seducción femenina es poética. Y fui aprendiendo a soltar mi sensualidad en una coreo como un hecho artístico, como un lenguaje sin el más mínimo reparo en que alguien suponga que soy puta por eso. ¿Saben qué? Puede ser que tenga 28 mil cosas por aprender, pero soy esto y no me hago cargo de quien no sepa verlo”, disparó en una nota con Infobae. 

“Era muy virga. Flor Virga (bromeó). Yo no descubrí nada del sexo hasta después de los 25 años. Apenas sabía hacer un misionero. Y admito que fue una responsabilidad mía”, señaló. 

“Entre amigas coincidimos que después de algún tiempo sola es normal volver a tener vergüenza de estar desnuda en frente de alguien. Es como un recomenzar. Y tal vez fue así que redescubrí ese universo. Me redescubrí a mí misma por un nuevo amor”, reflexionó. 

“Pasó con Lucho. Cuando él me dijo: ´Qué lindo que es ese lunar que tenés ahí´, yo me enamoré de ese lunar. De un lunar al que jamás le había puesto atención. La conexión con otro, con su mirada, con su piel, te hace percibirte de otra forma. Y todo, hasta el entrelazamiento de los cuerpos, comienza a tener otra connotación. El morbo te resulta banal y lo que sentís, lo que pasa entre los dos, pasa a ser místico”, remarcó.

“Lucho tiene algo muy lindo. De cuidado, de preguntar qué quiero y necesito”, contó. “Me enseñó a amarme y a que yo también puedo ser mimada. Un día me miró desnuda y me dijo: ´Nunca te operes´. No dejo de aprender de él y de sus miradas”, detalló. 

“Miro a Lucho y pienso: ´Yo te conozco de otra vida´. Tenemos demasiado en común. Hay muchos puntos en común en nuestras historias. Los dos venimos de familias muy humildes. De chico vivió en el mismo barrio que yo. Claro que no nos cruzamos por la diferencia de edad (19 años) pero hablamos de los mismos lugares: el Club All Boys, Argentinos Juniors y el bar Tokyo, que tanto hemos frecuentado en diferentes etapas”, dijo.

“Además, nuestras carreras empezaron en formatos parecidos (Combate y Jugate conmigo): chicos desenvolviendo sus personalidades en un contexto de equipo y abriéndose camino hacia otros ámbitos como el de la actuación, por ejemplo. Él, como yo, es muy productor de lo que hace a través de la cooperativa que mantiene con amigos y pasamos horas hablando de nuestras metas”, comentó.

“Lucho va a entrenar como un mendigo. Así vive en la diaria, totalmente desarmado. Usando las dos remeras que dejó acá, y que son las peores”, dice con gracia. 

“Tal cual lo vi venir ese día. Cuando se me acercó todo zarrapastroso, con esa voz de camionero hermosa que tiene, ya hubo algo que me llamó mucho la atención, y es la simpleza. Y yo me identifiqué. literal y metafóricamente hablando, no me banco el maquillaje durante mucho tiempo. Entonces me enamora profundamente ese aspecto de él”, asegura. “Me encaró y me dijo: ´Che, ¿cómo estás? ¿Todo bien? Vamos a laburar juntos, ¿sabías?´. Le respondí: ´Huy, sí, pero no podemos hablar nada por el contrato de confidencialidad…´. Y remató: ´Bueno, pero podemos hablar de otras cosas´. Y bueno… Ahí empezamos a hablar de otras cosas”, cerró.

Fuente: Eltrece

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Dra. Jessica Mineo
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