La propuesta de “Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos” es muy entretenida, con grandes secuencias de peleas y escenas de acción. Sin embargo, el film infantil no propone nada nuevo y lejos está de hacer reír.
Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos
Artes marciales, coreografías que desafían la gravedad y cine de acción. Asiático. El universo Marvel se expande hacia la historieta en su cruce con la tradición del wuxia, en el que todo puede suceder, para hacer foco en la historia y el origen de un héroe menos conocido que los de los multiversos alrededor de Avengers. Con personajes asiáticos, hablada en gran parte en mandarín, se centra en la historia de Shang-chin, hijo del poderoso y terrible dueño de los anillos (el fantástico Tony Leung, protagonista de Con ánimo de amar, entre muchas más) y de la “enemiga” que lo enamoró, Li Fa.
Shang-Lin, crecido en el duro entrenamiento de las artes marciales y con unas dotes extraordinarias, vive como cuidacoches en San Francisco, y tiene una gran amiga, interpretada por la simpática Akwafina, la actriz célebre del cast, protagonista de La Despedida. Pero no hay presente normalizado que pueda apagar las llamas de un pasado, digamos tumultuoso, que pronto tendrá que enfrentar el bueno de Shang-Lin.
El lío de proporciones que seguirá incluye grandes secuencias de peleas (violentas) y espectaculares escenas de acción, en las que lo fantástico se mezcla con lo que va quedando de un registro más realista y con la suma de caras conocidas en roles de peso: Michelle Yeoh, Ben Kingsley, a medida que se luce la capacidad del equipo de FX, en un rol cada vez más importante y estridente, como es ya marca de la casa. Ni falta que hacía: el director, Destin Daniel Cretton, sabe filmar y transmitir el nervio y la pasión que hacen de esta historia más de dos horas de película casi todo el tiempo atrapante. Un espectáculo muy entretenido, en el que se dan la mano las tradiciones -narrativas, estéticas- y las posibilidades de hoy.
Llegó la secuela de la simpática, inofensiva Peter Rabbit, el film de 2018 que adaptaba la creación literaria de Beatriz Potter combinando actores de carne y hueso con conejos animados. En este “capítulo” Bea (Rose Byrne) ya está casada con Thomas (Domhall Gleeson) y tienen una tienda adorable en la que venden los libros sobre Peter y sus amigos, artesanal y bellamente editados por Thomas. Un planteo que no augura más desarrollo sobre el mundo del conejo con la voz de James Corden —y sus amigos— sino sobre los protagonistas humanos. Que viajarán a Londres porque alguien cree que lo que Bea hace puede ser un buen negocio. Por supuesto, convirtiéndolos en una saga comercial desalmada y todo eso que imaginan.
La “aventura” será excusa para algunos chistes y varios gags más o menos simpáticos, pero que parecen concebidos como cálculos matemáticos para que nada salga de los mismos carriles. En todo caso, se extrañan las risas que se presupone vienen con la invitación a verla y que no llegan.
Fuente: TN
Esta entrada ha sido publicada el 3 de septiembre, 2021 14:52
Deja un Comentario