Es una de las principales preocupaciones de la comunidad científica: determinar tanto la incidencia real de las secuelas como su tratamiento para conocer el impacto real en los pacientes.
Guillermo Cóppola está internado en terapia intensiva por las secuelas del coronavirus que tuvo en enero. Las huellas del COVID-19 pueden ser de varios tipos, tanto físicas como psicológicas. Dependen en gran parte de la gravedad de la enfermedad y de la atención médica que recibió el paciente.
A nivel pulmonar, se sabe que un porcentaje importante de pacientes que presentaron una enfermedad grave por coronavirus sufre alteraciones en la función respiratoria pasados los tres meses, desde el alta hospitalaria.
“El COVID-19 puede causar neumonías leves o hasta neumonías críticas que son aquellas en las que se ven fallas respiratorias que pueden precisar ventilación mecánica, estar en shock o hasta presentar fallas multiorgánicas, es decir presentar otro cuadro acompañante”, plantea a Con Bienestar el doctor Eduardo Giugno, neumonólogo (M.N. 46.436) y profesor de la cátedra Neumonología de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Un artículo reciente observa que el 40% de las personas que fueron hospitalizadas y recuperadas de COVID-19 presenta alteraciones en la función respiratoria al mes del alta, aunque la gran mayoría de pacientes podía realizar sus actividades de la vida diaria sin limitaciones.
“Las neumonías provocan lesiones a nivel pulmonar. Las lesiones pulmonares provocan lasfibrosis y las fibrosis provocan un mal pronóstico en el paciente. Ser fumador también es un factor de riesgo”, resume Roberto Pace, (M.N. 53.663) neumonólogo, exdirector del Hospital del Tórax “Dr. Antonio A. Cetrángolo”. La edad es un factor que hace que un paciente tenga mayor probabilidad de hacer fibrosis pulmonar.
La hipótesis actual es que estas lesiones están causadas por la inflamación que produce el propio virus, junto con las consecuencias de la ventilación mecánica en pacientes que requieren intubación.
Diversas investigaciones en este ámbito están en desarrollo para determinar el impacto real de las secuelas de esta enfermedad. Especialmente para ver aquellas que persisten a mediano y largo plazo, es decir, 6 y 12 meses después de la enfermedad grave provocada por el COVID-19.
“Muchos de estos pacientes se recuperan espontáneamente, pero tenemos que ocuparnos de aquellos que no lo hacen. Son los que presentan disnea severa y, en consecuencia, precisan estudios complementarios como un test de marcha para determinar qué es lo que está pasando”, indica Giugno.
El especialista sostiene que la fibrosis pulmonar es una enfermedad limitante, por esa razón, como parte del manejo hospitalario es clave la fisioterapia respiratoria a los pacientes hospitalizados con la finalidad de que el pulmón se expanda y se lastime lo menos posible.
Mientras avanza el plan de vacunación o un tratamiento eficaz para la infección por coronavirus, la existencia de pacientes con secuelas pulmonares que podrían ser invalidantes crece exponencialmente en todo el mundo.
“La vacuna es la única herramienta válida a tener presente además de los cuidados que llegaron para quedarse: el distanciamiento social, el lavado de manos y el uso de barbijo”, insiste el doctor Pace.
Fuente: TN