Tras su paso por el festival de Mar del Plata online, llegan a Cine.ar y otras plataformas un puñado de películas argentinas. Como “Las Siamesas”, la nueva de Paula Hernández.
Después de su estupendo corto Murciélagos, filmado en confinamiento, y tras la elección de Los Sonámbulos como representante local al Oscar, Paula Hernández muestra su última película, Las Siamesas. Una realización hecha con gran parte del mismo equipo y en una sintonía temática evidente.
Si Los Sonámbulos exploraba todos aquellos sentimientos asordinados o expuestos de una familia durante una celebración de fin de año, este es otro retrato de los conflictos parentales. Los que vinculan a una hija y una madre que, como todas, arrastran años de una relación contaminada de incomprensiones y fastidios. Basada en una novela de Guillermo Saccomanno, con un muy buen trabajo de todo el equipo (desde la música a la edición), empezando por sus dos protagonistas, Valeria Lois y Rita Cortese.
Un relato centrado en una especie de puesta en escena de la esencia de ese vínculo: un viaje a la costa, fuera de temporada. Allá van Stella y Clota, que pueden expresar la complejidad a veces estallada de su interacción, pero también el lazo de afecto que las une. Así como Hernández es capar de registrar su gestualidad para transmitir visualmente su ánimo, con talento y sensibilidad.
La muy buena nueva película de la correntina Clarisa Navas (Hoy partido a las 3, de 2017), se mete en los pasillos del barrio Mil Viviendas (Las Mil), donde la directora se crió, para seguir a un grupo de adolescentes y, en especial, a dos chicas que se buscan. Un retrato de un universo duro cruzado con la luminosidad de las vidas y los sueños jóvenes, el deseo y el sexo disidente, la norma, lo popular y lo queer. Como en su película anterior, de chicas que jugaban al fútbol, Navas mira y se mete en un mundo que conoce, con actores no profesionales que son los verdaderos vecinos. Y se nota. Y eso le da a Las Mil y Una una potencia y una belleza especiales. Recomendada total.
Algo no funciona del todo bien en la nueva película de Alejandro Chomski (Dormir al sol), que ofrece varios atractivos en su propuesta. Está basada en la célebre novela homónima de Paul Auster, que además “se copó” con el proyecto y colaboró en el guion. Una historia distópica, de una humanidad sobreviviente de algún tipo de apocalipsis capitalista, que Chomski acerca al imaginario de la Argentina de 2001, aunque no sucede en un país preciso ni reconocible.
En blanco y negro, con un ambicioso esfuerzo de FX y trabajo de producción artística para crear un universo sombrío, de despojos industriales en los que las personas malviven revolviendo basura. Allí está Anna Blume (Jazmín Diz), cuya voz y presencia sirven de vehículo para el texto de Auster. Diálogos cargados, de una poética por momentos explícita, recortados de lo verosímil y cruzados con la acción. Su deambular en busca de un hermano extraviado. Con encuentros con distintos personajes —con distintos acentos, de distintas nacionalidades— que acompaña su relato en off.
Es acaso esa acción, y esa potencia visual de un mundo extinguido, lo que no logra atravesarnos como pretende, en un relato que se queda en sus logrados juegos visuales y que “habla” de sufrimiento pero no consigue hacernos sufrir con él. El camino de la historia se vuelve arduo, parsimonioso, con dificultad para atrapar y mantener nuestra atención, más allá de las expectativas lógicamente generadas.
En principio, hay que decir que Vicenta es una rareza absoluta. Una película de animación stop motion, con “muñequitos de plastilina” basada en un terrible hecho real: la lucha de una mujer para que su hija con retraso madurativo, violada y embarazada por su tío, pudiera abortar.
El estreno, en pleno nuevo debate por el aborto legal, es una fuente contundente para la toma de conciencia de una problemática que como siempre golpea más duro a las más vulnerables. Como Vicenta, analfabeta y sin recursos, enfrentando al monstruo estatal para buscar la ayuda que necesita.
Con textos leídos en off por Liliana Herrero, material de archivo (noticieros) que da cuenta de los laberintos burocráticos, un verdadero festival de impedimentos que no logró doblegar a la víctima. El director Darío Doria arma con todo eso una película conmovedora y original, que ya desde su elección formal se distancia del golpe bajo y la sentimentalina, demostrando que puede contarse una historia real así de terrible sin caer en ellos. Se puede verse en Cine.ar desde hoy.
Fuente: TN
Esta entrada ha sido publicada el 4 de diciembre, 2020 18:30
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