Es la historia de Amy, de 11 años, que intenta crecer en un suburbio de París, entre la rigidez de la tradición familiar y el deslumbramiento por un grupo de chicas desfachatadas.
“Mi película es un grito de alarma”, dijo Maïmouna Doucouré en Sundance, cuando presentó su primera película, Mignonnes. La exestudiante de biología de 35 años se refería a su crónica de crecimiento de Amy (Fathia Youssouf), de 11 años, en un contexto de redes sociales, hipersexualización y asfixiantes tradiciones familiares. Estrenada ahora como Guapis (Cuties en inglés), llega al streaming después del escándalo por la campaña de marketing que derivó en intentos de censura previa.
Está claro, desde las primeras escenas, que las intenciones de Doucouré no pueden ser mejores. Su pintura del universo en el que debe crecer la protagonista, que algunos críticos llamaron “los 400 golpes de Amy”, en referencia al mítico film de Truffaut, busca ese llamado de atención generacional. Porque Mignonnes es un clásico film de crecimiento, pero sobre una nena que lleva bastante peso en las espaldas. Afrontando la idea de hacerse grande a través de múltiples cruces religiosos y sociales, como uno puede imaginar tantos chicos de su edad de la París multicultural.
Debe adaptarse a un nuevo lugar y una nueva casa, ella y su familia senegalesa, musulmana. Debe rocesar el dolor de la madre por el abandono del padre, que tiene nueva mujer con la que va a casarse en una gran fiesta. Tiene dos hermanos pequeños de los que a menudo debe ocuparse. Y aterriza en un colegio donde no conoce a nadie. Y, por si faltaba algo, empieza a menstruar.
En ese tumulto de conflictos y sensaciones, se fascina con el grupo de chicas sueltas y desparpajadas que forman un grupo de baile. Para integrarse a ellas, que primero la desprecian, Amy llevará a cabo una transformación radical. Del pañuelo en la cabeza a la ropa sexy, de los rezos a Alá al twerking. Y en ese camino, también a extraviarse.
La película la sigue en ese derrotero con una narración bastante convencional que no busca innovaciones. Exponiendo sus buenas intenciones y la sensibilidad de su mirada sobre asuntos delicados, empezando nada menos que por la sexualización de la infancia. Es muy posible que ese aspecto, aunque no es el tema central de la película, pueda herir sensibilidades, si se tiene en cuenta lo que pasó con la campaña publicitaria. En todo caso, el foco de la correcta Mignonnes es la búsqueda de Amy por encontrarse contra las rigideces familiares, religiosas y la histeria de las redes sociales como ese peligroso mundo nuevo. Y cuando tiene más gracia, y funciona mejor, es cuando parece olvidarse por un rato de su función —el grito de alarma— para contar esa historia.