Espectáculos

Una compleja historia de amor desde Irlanda, el Hollywood de Ryan Murphy y el precioso texto ganador de un Mundial

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Se viene el fin de semana y las tres opciones que sugerimos son ideales para ver y leer, en medio de la cuarentena.

Normal people

Sobre una novela exitosa del mismo título, de Sally Rooney, y con el director de Room, Lenny Abrahamson, a cargo de buena parte de sus doce episodios, Normal people tiene mucho para destacar entre la oferta de este año. Producción de Hulu emitida por la BBC, se encuentra fácilmente online para los que la busquen: en esta cuarentena, y ante la falta de estrenos oficiales, las reseñas de lo nuevo, para ver en casa, incluyen el “streaming ampliado”, y no sólo lo que está en las plataformas de pago.

Si estás para una historia de amor intensa y en el tiempo, con la virtud añadida de que es europea, no la dejes pasar. Normal people se centra en una relación, tan llena de ternura como complicada, entre Marianne y Connell, los estupendos Daisy Edgar-Jones y Paul Mescal. Son compañeros de secundaria, en una pequeña localidad de Irlanda, que pasan del hola y adiós a reconocer una atracción. Casi entre opuestos: Marianne no tiene amigos, pero sí una actitud arrogante, tan irreverente en clase que termina seguido en la dirección. Además, vive en una gran mansión, con una madre y un hermano tan ausentes que evidencian una historia familiar compleja. Connell, en cambio, es popular, pertenece a un grupo de amigos, hace deportes, toma sus pintas en el pub y es invitado a todas las fiestas. Vive en una casa modesta y su madre trabaja limpiando la casa de Marianne. En buena parte, la química entre los dos actores es el motor que hace que todo funcione de una manera tan natural y verdadera.

Sobre algunos tópicos canónicos del drama romántico tradicional, como la diferencia de clases, pero en clave millennial, Normal people está escrita con tanta sensibilidad que cada detalle —sobre quiénes son estos dos chicos y qué les pasa en sus cambios de humor—, importa mucho. En las antípodas de los trazos gruesos al uso, que patologizan la adolescencia, la oscurecen hasta lo siniestro, o la frivolizan, Normal people explora lo que pasa en esa relación cuando el tiempo interviene, el colegio termina y empieza la universidad. Cuando la gente cambia. Y cómo el dolor que produce la dificultad para pertenecer, para encajar, la complejidad de aceptarse, nos acompañan a lo largo de la vida.

Hollywood

Con las salas cerradas en todo el mundo hasta quién sabe cuándo, el anticipado estreno de Hollywood, la última creación de Ryan Murphy, es una invitación el ejercicio de la nostalgia. Por el Hollywood de oro, por la industria del cine de los grandes estudios, la fábrica de sueños a la que también homenajeaba, en clave de musical, la premiada La La Land.

El hombre detrás de GleeAmerican Horror Story, Pose Feud, que se metía en el mismo universo, junto con su colaborador habitual Ian Brennan, ofrece siete capítulos de una primera temporada muy entretenida. Es fácil seguir las desventuras de su grupo de protagonistas. Desclasados, pertenecientes a la estirpe de los que llegan a Hollywood buscando un sueño y así escriben, en el duro mientras tanto, una especie de historia del lado B. Aunque los apuntes sobre el sistema de crueldades humanas que imponía la forma de trabajo de los grandes estudios no brillan especialmente por su sutileza.

Con personajes que subsisten como gigolós, toy boys de millonarias solitarias mientras asisten a castings, Hollywood oscila entre la honestidad a veces brutal, el sentimentalismo pasado de rosca y los brillos de una producción muy ambiciosa. Abriendo distintas líneas narrativas y con ese ánimo provocador que suele estar presente en los proyectos de Murphy (a menudo, una cáscara atractiva, pero no mucho más). Lo dicho: Hollywood entretiene, y se ve con placer, con un elenco en el que destacan figuras más sólidas y un sinfín de guiños y comentarios filosos de peluquería sobre celebridades de carne y hueso. Y sus miserias, faltaba más. En ese camino, encuentra también buenos momentos, que hacen equilibro entre el homenaje y la mirada despiadada a ese mundo de sueños (rotos). Si no termina de convencer del todo, todo el tiempo, es quizá por esa mezcla de ingredientes excesiva, entre la comedia negra, la sátira y la nostalgia agridulce.

Mundial de escritura

Se llama La Casa, y es un texto breve, y de apariencia simple como su título. Su autora, Ivana Soto, acaba de ganar con él el Mundial de Escritura que organizó el escritor Santiago Llach hasta el 5 de abril pasado. Una de las iniciativas más entusiastas de la actividad literaria argentina en cuarentena. “El texto está recorrido por una voz entre cándida y deliroide que podría haber sido un tópico pero que resulta verosímil, reveladora (del carácter del personaje) y magnética”, dijo Leila Guerriero, una de las jurados junto al chileno Alejandro Zambra y el costarricense Luis Chaves. A ellos se sumaron trescientas personas que votaron en las redes.

También eligieron a los ganadores de un segundo y tercer puesto: Aycila, de Elena Vinelli, y Hoy te tengo cariño, de Josefina Gómez. Los textos se publicarán en una antología junto a otros, los mejores del Mundial, que saldrá en julio próximo. Hay que decir que los participantes trabajaron duro. Organizados en más de 250 equipos, tuvieron que escribir un texto de tres mil o más caracteres por día. En la etapa final, cada grupo eligió a su candidato: en total, se recibieron 235 textos.

Habrá una próxima edición del mundial, atentos escritores, el 15 de junio próximo. De este proyecto que nació como un juego en los talleres de escritura de Llach y que se abrió al público general en la cuarentena. El precioso texto ganador, de una poética surrealista y ánimo lúdico, puede leerse acá.

Fuente: TN

Esta entrada ha sido publicada el 2 de mayo, 2020 15:01

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