Última entrega para la nueva trilogía de Star Wars que tiene como protagonista a Rey, Finn y Kylo Ren.
Se cierra una saga que comenzó en 1977. Curiosidades, anécdotas y estadísticas de una franquicia única.
“Nadie me conoce verdaderamente como todo el mundo piensa”. La voz de Rey, el personaje principal de la nueva trilogía de Star Wars, retumba en cada uno de los trailers que se difundieron para promocionar Episodio IX: El ascenso de Skywalker. No es casual. La última entrega de la saga creada por George Lucas y finalizada por J. J. Abrams vuelve a insistir con dos de los tópicos clave de toda la franquicia: la identidad, por un lado, y la lucha del bien y el mal, por el otro.
Para prepararse ante el cierre de una historia que empezó a contarse en el cine en 1977, hay que hilvanar secuencias, personajes, elementos y momentos que ocurrieron no solo en las últimas películas sino en las primeras.
El creador de los jedi: George Lucas
Para quien no está familiarizado con la saga, va una recapitulación. George Lucas generó una verdadera revolución de la taquilla y un posterior fenómeno popular de juguetes, merchandising y prendas de vestir a partir del éxito desmesurado de Episodio IV: Una nueva esperanza, con el que empezó todo. Con un presupuesto de tan solo 11 millones de dólares terminó recaudando más de 500 millones de dólares en todo el mundo, sin contar los diferentes reestrenos que hubo a lo largo de la historia, de acuerdo a Box Office Mojo.
La saga cambió en forma radical a la industria en su manera de producir. Los estudios se dieron cuenta que podían tener continuaciones exitosas basadas en una misma historia -lo que hoy se conoce como franquicias-, pero que a fines de los 70 no eran habituales. Los ’80 fueron el inicio del boom de las secuelas que abarcó a todos los géneros: drama, terror, ciencia ficción, acción. Rocky, Rambo, Martes 13, Pesadilla, Halloween y Volver al futuro son algunos ejemplos.
En Episodio IV se muestra la historia de Luke Skywalker, un joven protegido de un caballero jedi, Obi-Wan Kenobi, que se une a la líder de la rebelión, la princesa Leia Organa, y a un pirata del espacio, Han Solo, para combatir al Imperio Galáctico que creó el Emperador Palpatine y que comanda con crueldad uno de los villanos más reconocidos de la historia cinematográfica, Darth Vader.
Episodio IV rompió los esquemas. Por un lado, Mark Hamill, Harrison Ford y Carrie Fisher se convirtieron en estrellas de Hollywood. Por el otro, George Lucas se hizo millonario y su sueño de crear una ópera espacial con ribetes de western que se extendiera en el tiempo empezaba a tomar forma. A partir de Episodio V: El Imperio Contraataca todo fue escalando posiciones: la identidad de Skywalker empezó a cruzar todo el guión, un tema poco explorado en el primer film.
“Yo soy tu padre”, fue el famoso grito de Darth Vader a Luke en la altura de la Ciudad Nube. Así quedó demostrado que la búsqueda de la identidad es uno de los trasfondos principales de Star Wars, en el medio de las explosiones de Estrellas de la Muerte, las batallas de X-Wings rebeldes versus los cazas del Imperio Galáctico y el conocimiento de la fuerza.
La oscuridad se apodera de las precuelas
Este punto también es lo que balancea las nueve películas. La fuerza puede tener un efecto devastador en algunos personajes y un efecto purificador en otros. Luego de Episodio VI: El regreso del jedi, de 1983, se creyó que la saga se frenaba para siempre. Lucas, todavía dueño de la empresa que creó para financiar sus producciones, Lucasfilm, empezó a trabajar en una nueva trilogía a mitad de los 90. La fuerza se puso oscura porque el cineasta volvió a meterse con el origen de un protagonista, esta vez, de la generación anterior: Anakin Skywalker, el padre de Luke antes de convertirse en Darth Vader.
Episodio I: La amenaza fantasma, de 1999, Episodio II: El ataque de los clones, de 2002, y Episodio III: La venganza de los sith, de 2005, son las tres precuelas que retratan la transformación de Anakin desde que es un nene, hasta que es el padawan de Obi-Wan Kenobi, pasa a ser un jedi y termina pasando al lado oscuro de la fuerza hasta transformarse en uno de los sith más siniestros de la galaxia. Ewan McGregor, Natalie Portman y Hayden Christensen son la nueva triada, en este caso.
Con las dos trilogías cerradas, parecía que la historia familiar de los Skywalker tenía un principio y un final, si se toma en cuenta cómo terminó Episodio VI, entre ewoks bailarines y festejos por la derrota del Imperio Galáctico. Pero cuando en 2012 George Lucas le vendió su empresa a Disney por una cifra multimillonaria, una nueva serie de películas asomaba.
La fuerza llega a Disney
La compañía le encargó a J. J. Abrams la dirección del primer lanzamiento del nuevo mundo de Star Wars sin Lucas detrás. Episodio VII: El despertar de la fuerza tuvo el desafío de introducir personajes que no existían, amalgamarlos a los que los fanáticos de la primera trilogía estaban acostumbrados y diseñar un relato que tenga sentido propio y signifique un guiño nostálgico al pasado.
El productor, realizador y cineasta lo logró. Pudo armar un film con un eje singular sin dejar de homenajear a la primera ficción de 1977. La historia ocurre 30 años después de la derrota del Imperio Galático. Finn, un stormtrooper que reniega de su origen, conoce a Rey, una joven que vive de la chatarra que quedó de las guerras galáticas. Junto al robot BB8 y al piloto rebelde Poe Dameron, terminan uniéndose para combatir a La Primera Orden, un ejército que quiere otra vez dominar los planetas de la mano de Kylo Ren, el hijo de Han Solo y la princesa Leia.
Como pasó en las otras dos trilogías, lo que atraviesa a la nueva saga es, una vez más, la identidad. De todos: la de Finn, que es un paria dentro del ejército de los stormtroppers, la de Kylo Ren que en realidad se llama Ben Solo y es el nieto de Darth Vader, y la de Rey, un misterio que se revela a cuentagotas. Daisy Ridley, John Boyega, Adam Driver y Oscar Isaac son la nueva generación de héroes/antihéroes.
La recuperación de la nostalgia
La nueva triada de películas, además, significó el regreso de las tres estrellas de los films originales, Hamill, Fisher y Ford. La mala noticia fue que en el medio de la realización de Episodio VIII: Los últimos jedi la actriz que hizo de la Princesa Leia murió. Para que su personaje pudiera estar en la última película se usó metraje rodado en las últimas dos producciones ya que los realizadores no quisieron reconstruir digitalmente a Fisher.
El ascenso de Skywalker estuvo a punto de sucumbir. Dos años antes del estreno, la presidenta de Lucasfilm, Kathleen Kennedy, echó al que iba a ser el guionista y director, Colin Trevorrow. La trama, entonces, la terminó de montar Abrams.
La última aventura de todo lo que rodea a la familia Skywalker es el fin de una era que generó nueve películas, dos spin-off, varias producciones animadas, una serie live action y otras que vienen en camino. No es un cierre cualquiera: es un final de identidades y “fuerzas” que se chocan para redondear 42 años de luchas de sables y explosiones galácticas.
Fuente: tn.com.ar