Jésica Cirio siempre fue una de las chicas sexies y populares de la tele. También protagonizó escándalos, pero nadie sabía que, aunque bella y cada vez más exitosa, vivía un verdadero drama puertas adentro de su casa.
A los 16 se rebeló, se fue de su casa, se alejó de su madre y comenzó a convivir con un novio. Todo salió mal. Tras separarse, inició un camino de largas noches en boliches: “Fui perdiendo el foco, me perdí yo y perdí el contacto con mi mamá… No hablé con ella durante un año. Era muy chica, demasiado para ver cosas tan terribles. Me rodeaba gente fatal, mala, oscura. Un adolescente es vulnerable y curioso. Tuve contacto con todo, pero jamás al límite”, contó Cirio a la revista Gente.
Fue entonces que comenzó una escalada en busca del éxito, de tener más y más cosas, aunque tuviera que trabajar durante todo el día y sobreexponerse, incluso protagonizar escandaletes mediáticos de los que hoy se avergüenza: “Me la creí, me llevé el mundo por delante. Soberbia y sobreexpuesta a cualquier precio… Todo se me escapó de la manos”.
Jésica tocó fondo, incluso comenzó a sufrir alopecia areata (repentina pérdida del cabello ): “Sentí que tanta popularidad de golpe me había quemado”. Pero el peor momento fue cuando su padre reapareció mediáticamente en su vida para reclamar una casa familiar: “Eso terminó de detonar mi angustia. Varias marcas importantes decidieron romper los contratos. Me recluí. Mi ego se desplomó. Engordé y hasta sufrí antropofobia (miedo a las personas). Si lograba salir a la calle, no quería que la gente me mirase”.
Pero conocer a Martín Insaurralde fue un quiebre para ella, por primera vez, conocía el amor sano. Aunque le costó aceptar que se había enamorado, logró superar los miedos y hoy siente que es una mujer nueva: “Superé un pasado tormentoso y aprendí a amar real y sanamente”, concluye.