La Capri-Nápoles es más que una carrera de natación; es una odisea en las aguas abiertas que ha capturado la imaginación de nadadores de todo el mundo. Con una historia rica y vibrante, esta travesía de 36 kilómetros entre la isla de Capri y la ciudad de Nápoles se ha convertido en un ícono del deporte acuático. Bernardo Feliú, nadador bahiense y miembro de un equipo de relevos en esta competencia, compartió su emocionante experiencia y expectativas para el desafío que se avecina.
“Es una de las travesías de aguas abiertas más tradicionales del mundo”, afirmó Feliú con entusiasmo. “Desde hace unos años, se ha abierto la posibilidad para que nadadores amateurs participen, ya sea de forma individual, en parejas o en relevos”. Este cambio ha democratizado la competencia, permitiendo que más personas puedan sumergirse en la aventura.
Bernardo forma parte de un equipo de postas que no es cualquier equipo; está dirigido por la reconocida nadadora argentina Pilar Geijo, cinco veces campeona mundial de aguas abiertas. “Pilar no solo lidera el equipo, sino que también nada con nosotros“, explicó Feliú. En marzo, Geijo hizo un llamado público a interesados en unirse a su equipo, y Bernardo, impulsado por el sueño de participar y alentado por sus amigos nadadores, presentó su postulación. “Compartir la previa, los días y meses de preparación, y ahora formar equipo con ella es tan emocionante como la propia carrera”, confesó.
La Capri-Nápoles no solo es una prueba de resistencia física, sino también de estrategia. La carrera requiere que cada equipo mantenga a un nadador en el agua de forma continua, permitiendo a los equipos decidir cómo cubrir el trayecto de la manera más rápida posible. “Nuestra estrategia es realizar relevos de 20 minutos”, explicó Feliú. “Somos seis nadadores y cada uno se turnará, lo que significa que cada uno nadará aproximadamente 6 kilómetros, divididos en tandas de unos 20 minutos cada vez“.
Este enfoque táctico está diseñado para mantener un ritmo constante y aprovechar al máximo las fortalezas de cada miembro del equipo. La planificación y la ejecución de esta estrategia serán cruciales para el éxito en una prueba que no solo desafía la resistencia, sino también la cohesión y la capacidad de trabajar en equipo.
La distancia que separa Capri de Nápoles es de 36 kilómetros, con la llegada en el club náutico en el centro de la ciudad. Para Bernardo Feliú, esta carrera representa más que un simple trayecto entre dos puntos. Es una oportunidad para desafiarse a sí mismo, para ser parte de una comunidad de apasionados por la natación y para compartir momentos inolvidables con personas que comparten su amor por el deporte.