Un informe sobre los efectos de la presencialidad escolar en las curvas de casos confirmados de covid generó revuelo y provocó una división de opiniones dentro y fuera del organismo.
En el inicio del ciclo lectivo 2021, la vuelta a las clases presenciales generó un gran debate social y político y dejó nuevamente al descubierto la existencia de una grieta en la Argentina que no logra cerrarse. Hay dos veredas marcadas respecto a casi todas las decisiones políticas que se toman frente a la pandemia como las restricciones nocturnas, el plan de vacunación o la escolaridad presencial. Esa grieta llegó ahora al ámbito científico, cuyas opiniones encontradas en torno a las clases presenciales en pandemia, se profundizaron tras la publicación de un estudio de investigadores de la UBA y del CONICET.
El informe, sobre los efectos de lapresencialidad escolar en las curvas de casos confirmados de covid en CABA, PBA y GBA, generó revuelo y provocó una división de opiniones dentro y fuera del CONICET. El estudio asegura -entre otras cosas- que la virtualidad, es decir, la no presencialidad “redujo notablemente los contagios” (de coronavirus) en toda la población, avalando de esa manera el cierre de las escuelas.
Tras la publicación, algunos investigadores del CONICET expresaron su indignación y descontento en las redes sociales, es el caso de María Victoria Baratta, historiadora, miembro adjunta del organismo de investigaciones científicas y técnicas, y docente de Pensamiento argentino y latinoamericano en la UBA, que declaró públicamente: “El informe no es del CONICET. Es de un grupo de investigadores, muchos de ellos asesores del gobierno de PBA. Dejen de usar al CONICET para darle chapa a cosas cuyo fin es defender al gobierno. Dejen de hablar en nuestro nombre. Y acusó: “Uno puede presentarse como investigador del CONICET, pero no se puede decir que eso es un informe de la institución. Tampoco pueden omitir que varios son asesores del gobierno de PBA, lo cual es legítimo, pero hay que aclararlo. Y encima es un mal informe, con deficiencias metodológicas”.
Con Bienestar habló con Baratta tras esta publicación que generó la reacción de la oposición y que está provocando polémica en las redes sociales. Sobre las conclusiones, dijo: “Los investigadores del Conicet tienen derecho a firmar ese estudio, pero hay un potencial conflicto de interés de algunos de estos autores, que debería estar explicitado. Eso es una práctica científica de base. Algunos son asesores del gobierno de la provincia de Buenos Aires y algunos hasta son funcionarios de algún municipio. Parece más un informe para justificar una post decisión del gobernador de la provincia que otra cosa. Es como decir ´esto se hizo y se hizo bien´”.
En lo que refiere al contenido del estudio, Baratta explicó: “Los gráficos presentados no demuestran de ninguna manera que la baja de casos de personas con covid se pueda atribuir causalmente al cierre de escuelas. No se puede demostrar científicamente esa causalidad porque no se están aislando otras variables teniendo en cuenta otras medidas u otros efectos. No se está estimando el contrafáctico. Un punto clave es que están midiendo los contagios cuando eso depende del nivel de testeos. Eso, con las escuelas abiertas en CABA, se siguió haciendo, pero en Provincia no, por el cierre y cuando muchas funcionaban como centros de testeo. Y a ese problema, relación testeos y contagios, no lo veo marcado en el estudio”.
Por último, explicó que si se quiere atribuir el efecto del cierre de escuelas a la baja de los contagios de covid, “las curvas anteriores deberían estar siguiendo la misma tendencia en CABA y en PBA y, en realidad, están siguiendo tendencias divergentes”. La investigadora acusó: “Tampoco se explicita que la baja de casos de covid positivos en PBA es previa al cierre de las escuelas. El resumen que hacen hacia el final sobre la evidencia de estas medidas (cierre de escuelas para la prevención del contagio de covid) en otros países del mundo, es bastante incompleto, sesgado y no tiene en cuenta las otras medidas e intervenciones farmacológicas que tuvieron esos países y está lejos de la evidencia que reflejan los consensos internacionales respecto a que los colegios no son el principal impulsor de contagios a la comunidad. Además, se desestiman los costos de las escuelas cerradas. Se da por sentado que cerrarlas salva muchas vidas, que los 68 mil muertos por coronavirus están relacionados a que éstas estén abiertas, algo que es falso y que no pueden probar. No se puede demostrar que el efecto de cerrarlas cause la baja de los contagios. Y aunque lo pudieran demostrar, si la baja es de 25 a 20, no es significativo. El costo de cerrarlas sigue siendo mayor”.
Del polémico estudio no participaron Baratta ni su compañera Laura Acosta, ambas investigadoras del organismo nacional. Las dos expresaron públicamente su repudio por comprometer “la imparcialidad del organismo con fines proselitistas”. En cambio, sí participaron del mismo los siguientes investigadores: Rodrigo Castro (del instituto de Ciencias de la Computación, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA y CONICET), Guillermo Durán (Instituto de Cálculo, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA y CONICET), Jorge Aliaga (UNAHUR, CONICET), Leonardo Boechi (UBA, CONICET), Roberto Etchenique (UBA, CONICET), Daniel feierstein (Untref, CONICET), Diego Garbervetsky (UBA, CONICET), Mario Lozano (UNQ, CONICET), Rodrigo Maidana (UNLP), Sol Minoldo (UNC, CONICET), Santiago Olszevicki (UBA), Mario Pecheny (UBA, CONICET), Ezequiel Pecker (UBA, CONICET), Rodrigo Quiroga (UNC, CONICET) y Soledad Retamar (UTN).
El DNU presidencial que determinaba que los infantes, niños y jóvenes no debían regresar a las aulas generó una lucha de intereses entre el gobierno nacional y el porteño, que logró que las escuelas abrieran igualmente en CABA. En medio de la segunda ola de coronavirus y un plan de vacunación muy lento, investigadores del CONICET y distintas universidades como la UBA, publicaron un estudio sobre los efectos de la presencialidad escolar en las curvas de casos confirmados en CABA, PBA y GBA.
“En un contexto de alta cantidad de casos, la suspensión temporal de la educación presencial en el conurbano a partir del DNU presidencial disminuyó lacirculación viral comunitaria y produjo una disminución más veloz y pronunciada de la cantidad de casos confirmados en el conurbano en comparación con CABA y el resto de la provincia de Buenos Aires, donde se mantuvieron las clases presenciales”, señaló el informe.
Para los investigadores, la virtualidad ayudó a reducir los contagios de COVID-19 en la franja etaria de entre 5 a 11 años y en toda la población en general. “En contextos de alta circulación viral, la evidencia muestra que la interrupción de la presencialidad escolar contribuye significativamente a disminuir contagios y, por ende, internaciones y fallecimientos. Datos de la Ciudad de Buenos Aires, el conurbano de la provincia de Buenos Aires y del resto de la provincia sugieren que estas decisiones tienen efectos positivos, aun en un contexto de aplicación no sistemática de las medidas restrictivas”, sostuvieron.
De acuerdo con el informe, datos de otros países también sugieren que las restricciones a la presencialidad escolar reducen la transmisión comunitaria de SARS-CoV2. “Si bien es difícil aislar variables en contextos complejos, la suspensión de la presencialidad es una de las medidas con mayor impacto verificado. Ante un panorama ya previsible de expansión de los contagios, internaciones y fallecimientos, el cierre temporario de los establecimientos educativos mostró hasta el momento ser una herramienta eficientepara la reducción de contagios en la Argentina y en los países analizados. Estas consideraciones por supuesto no desconocen que la educación presencial es indiscutiblemente ventajosa frente a la educación exclusivamente virtual, la cual presenta a su vez dificultades y a menudo reproduce, genera y amplifica desigualdades socioeconómicas y de género, y por lo tanto no debe extenderse indefinidamente en el tiempo”, aclararon.
En ese sentido, los expertos advirtieron que “en un contexto de alta incidencia viral y con circulación comunitaria de variantes más contagiosas como B.1.1.7 (Reino Unido), P1 (Manaos) y el linaje C.37 (variante andina), la escolaridad presencial conlleva mayor riesgo de contagio”.
Por último, el estudio cita datos de la Unesco que afirman que en el año escolar 2021 (desde septiembre 2020), hubo 101 países que dispusieron restricciones a la presencialidad en todos los niveles escolares. “Los países del hemisferio norte tuvieron acelerados incrementos de contagios desde diciembre. En la mayoría se procedió al cierre de escuelas. En algunos, a nivel nacional y en todos los niveles, como Israel, Polonia, Austria, Alemania, Grecia, Irlanda, Inglaterra, Dinamarca, Portugal, Bélgica y Francia. Los países europeos que se destacaron por no implementar en todo el invierno ningún cierre pleno (es decir de todos los niveles educativos) fueron España, Suiza y Suecia”, remarcaron.
Fuente: TN
Esta entrada ha sido publicada el 14 de mayo, 2021 10:10
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