Conmovidos, miles de fieles se congregan en la Basílica de San Pedro para despedir al Papa Francisco, en una de las ceremonias más multitudinarias y emotivas que recuerde el Vaticano en las últimas décadas. La muerte del Pontífice argentino ha generado un impacto global, pero sobre todo una profunda emoción en Roma, donde la despedida se vive con lágrimas, cánticos, oraciones y largas filas de personas que llegan desde todos los rincones del mundo.
“Hay muchísima emoción, por supuesto, mucha congoja”, expresó el analista político bahiense Lisandro Sabanés desde Roma. “Va tomando forma el apodo de ‘Papa del Pueblo’. Estamos hablando de un papa muy popular, muy cercano a la gente común”, subrayó.
El pontífice, conocido por su estilo sencillo, su cercanía con los sectores marginados y su postura reformista dentro de la Iglesia, se mantuvo activo hasta el final. “Cuando todos creíamos que estaba recuperándose, en verdad estaba haciendo el último esfuerzo para despedirse de la manera que se despidió. Un poco en términos futboleros, se despidió en la cancha”, dijo Sabanés, recordando su amor por el fútbol y su identidad argentina.
La masiva despedida ha provocado incluso refuerzos en el sistema ferroviario italiano y una demanda inédita de hospedaje en Roma. Mientras tanto, crece la expectativa por el funeral de Estado que se celebrará el sábado, con presencia confirmada de líderes internacionales como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Pero más allá de las formalidades, lo que más resuena es el vínculo genuino que Francisco supo construir con el pueblo. “No todos los papas tenían este acercamiento. Francisco fue distinto”, reflexiona Sabanés. Y esa diferencia no fue solo retórica: fue visual, tangible. “Tuve el privilegio de poder despedirlo en San Pedro, y noté que estaba en su cajón con sus viejos zapatos negros ortopédicos. Nunca usó los zapatos rojos que le correspondían por su jerarquía. Hizo de la austeridad una bandera. Y no solo personal, sino institucional”.
Ese gesto, entre tantos otros, marcó un antes y un después en la imagen del papado. “Si el Papa andaba despojado, no quedaba bien que un cardenal anduviera ostentoso. Francisco reformó con el ejemplo, y eso no se va a poder desandar tan fácilmente”, explicó el analista.
Respecto al futuro inmediato de la Iglesia, el próximo mes comenzará el cónclave que elegirá a su sucesor. ¿Habrá continuidad en su legado? “Hay presunciones que se pueden hacer. La mayoría de los cardenales que votarán fueron designados por él, por lo tanto comparten su visión. Pero también es cierto que el nuevo Papa querrá dejar su impronta. No será un Francisco II, al menos no al inicio”, afirmó Sabanés.
Y aunque muchos apuestan a una línea continuista, no hay certezas. “El mundo cambia, y la Iglesia también necesita adaptarse. Francisco entendió su tiempo. Supo convivir con el mundo de las redes sociales, con la aceleración de las comunicaciones. Logró que la autoridad no dependiera de un trono de oro, sino del ejemplo”.
Por último, una anécdota íntima ilustra su profunda argentinidad. “Hace unos meses pidió que le renovaran el pasaporte argentino, aunque no lo necesitara. Él sentía la necesidad de tenerlo al día. Estaba orgulloso de ser argentino, y nosotros no podemos ser menos”.
