Salud

Tabaco y cáncer urológico: una relación directa que ya no se discute

El vínculo entre el consumo de tabaco y el desarrollo de distintos tipos de cáncer es una realidad innegable. Si bien el cáncer de pulmón suele ser el más mencionado, el Dr. Freddy Romanelli, especialista en urología, advierte que también existe una fuerte conexión con los tumores urológicos, como los de vejiga, riñón y próstata.

El consumo de nicotina está directamente relacionado con el desarrollo de distintos cánceres. En el mundo, alrededor de ocho millones de personas mueren por enfermedades oncológicas asociadas al tabaquismo cada año. En Estados Unidos, solo por cánceres urológicos vinculados al tabaco, fallecen unas 17.000 personas anualmente”, subraya Romanelli.

Cáncer de vejiga: el más relacionado

El experto destaca que el cáncer de vejiga es el más asociado al consumo de tabaco: “Más del 50% de los pacientes con este tipo de cáncer han fumado o fuman. La relación es directa. También hay vínculos con el cáncer de riñón, y aunque aún no está del todo demostrado, se investiga una posible conexión con el cáncer de próstata”.

Además, asegura que dejar de fumar tiene efectos positivos concretos: “A los cuatro años de haber abandonado el cigarrillo, disminuye significativamente la incidencia de cáncer de riñón y vejiga. Y aunque no se iguala a quienes nunca fumaron, se reduce mucho el riesgo”. Sin embargo, advierte que quienes siguen fumando al momento del diagnóstico tienen más del 60% de probabilidades de responder mal a los tratamientos, sean quirúrgicos, quimioterápicos o inmunológicos.

Fumar poco también es fumar

Consultado sobre la cantidad que implica un consumo peligroso, el doctor es tajante: “Desde una perspectiva de salud pública, la respuesta es cero consumo. No se trata solo de cuántos cigarrillos se fuman, sino del daño acumulado. La relación entre tabaco y cáncer urológico es tan lineal que no deja margen para relativizar”.

El tabaquismo no solo impacta en enfermedades malignas. También agrava afecciones urológicas benignas, entre ellas, la disfunción eréctil, la infertilidad y, posiblemente, la aparición de cálculos renales.

La nicotina provoca vasoconstricción, lo que afecta el flujo sanguíneo necesario para lograr una erección. Las arterias que irrigan el pene son muy pequeñas, y el tabaco reduce su capacidad de irrigación”, explica Romanelli. También se ha comprobado que disminuye la calidad del semen: afecta el volumen de eyaculación, el número de espermatozoides y su movilidad. Con la suspensión del hábito, muchos de estos parámetros mejoran sensiblemente.

Respecto a los cálculos en riñones, uréter y vejiga, señala que hay una mayor incidencia entre fumadores, aunque aún no se ha determinado con certeza el motivo.

Para Romanelli, el mensaje debe ser claro: “Cuando un paciente llega con un cáncer y fuma, lo primero que le decimos es que tiene que dejar el tabaco ese mismo día. Porque su enfermedad está directamente relacionada con ese consumo y porque continuar fumando reduce sus posibilidades de recuperación”.

Y añade un dato relevante para tener en cuenta incluso antes de que aparezca la enfermedad: “Muchas escuelas médicas recomiendan dejar de fumar al menos cuatro semanas antes de una operación, sea cual sea la especialidad. Está demostrado que las complicaciones posoperatorias bajan drásticamente”.

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