José Lara no puede ocultar su angustia. Desde hace más de dos meses, su hijo Mauro cumple una condena que, según asegura, nunca debió existir. Fue acusado de un robo en 2018 y condenado a cinco años y seis meses de prisión, aunque siempre sostuvo su inocencia. Hoy, mientras su hijo permanece detenido en la Unidad 4, José decide romper el silencio: “Mi hijo no cometió ningún delito. La justicia le dio la espalda”.
El caso de Mauro se reactivó este año, cuando en febrero de 2025 llegó finalmente el pedido de detención. “Él se presentó voluntariamente. Nunca huyó, nunca se escondió. Siempre confió en que todo se iba a aclarar”, relata su padre. Pero esa confianza se quebró: “Habiendo pruebas que demostraban su inocencia, igual fue condenado. Todo esto nos destruyó”.
José encuentra un paralelismo con otro caso reciente, el de un joven liberado tras ser acusado injustamente. “Eso nos dio el valor para salir a hablar. Porque también nos pasó a nosotros. Mauro es inocente”, insiste.
Uno de los ejes del reclamo es el rol que tuvo la defensa oficial durante el proceso. “No presentó las pruebas necesarias para demostrar que mi hijo no era culpable. Lamentablemente, no pudimos pagar un abogado particular. Y eso, en este país, te puede cambiar la vida”, lamenta.
Mauro no tenía antecedentes penales. Por el contrario, según su familia, era conocido por su compromiso social: “Trabajó con chicos en el programa Envión, en primera infancia, colaboró con el municipio en los barrios. Tenía proyectos, una vida construida sobre valores”. Para José, todo eso “quedó en la nada”. La condena frenó su futuro.
La familia Lara sostiene que continuará reclamando hasta agotar todas las instancias. “Vamos a seguir luchando. Queremos que se revise su causa, que se escuche todo lo que no se quiso ver. Esto no es solo una condena para él, nos está rompiendo como familia”, concluye.
