Cuando Fernando Klein logró entrar finalmente a su casa en Cerri, después de 24 horas varado y sin contacto con su familia, lo único que alcanzó a hacer fue abrazar a su esposa. Lo demás es un blanco total en su memoria. Lo que vino después fue un infarto fulminante, un paro cardiorrespiratorio y una cadena humana que lo mantuvo con vida contra toda estadística.
“Me acuerdo de ver algunas cosas, de hablar con mi cuñado y de ver que mi señora estaba bien. Y de ahí… no recuerdo más nada“, relata Fernando, que es camionero y había quedado atrapado con su camión en el acceso al pueblo, mientras su esposa le mandaba mensajes desesperados contándole cómo el agua subía y que iba a subirse al techo. “Estaba a 4 kilómetros de casa y no podía hacer nada. Eso detonó todo“, reflexiona.
La inundación en Cerri había desbordado no solo calles y viviendas, sino también el sistema sanitario y logístico. La sala de salud estaba bajo agua, no había ambulancias disponibles y las vías de acceso estaban cortadas. En ese contexto, Cristian Bolado, parte del equipo de emergencia local, recibió el aviso: un hombre estaba en paro. “Cuando llegó, ya se le habían hecho cuatro descargas con el desfibrilador y ninguna funcionó”, cuenta.
La escena era digna de una película. Una camioneta improvisada como ambulancia, vecinos practicando maniobras de RCP, un camión de bomberos abriendo paso entre el agua, y dentro del vehículo, Fernando sin pulso. “Durante más de ocho minutos su corazón no funcionó. Empezamos un proceso de reanimación avanzada mientras venía la ambulancia, y a los cinco minutos, volvió en sí. Lo primero que dijo fue: ‘¡Cómo me duele el pecho!'”, recuerda Bolado.
Fernando había sido salvado por una cadena de solidaridad y conocimientos básicos de RCP. “Una vecina bombera fue la primera en asistirlo. Otros vecinos corrían al cuartel de bomberos a pedir ayuda. Lo subieron como pudieron a una camioneta. Fue una reacción comunitaria extraordinaria”, detalla Cristian.
Tras ser estabilizado en el hospital, Fernando fue trasladado a una clínica privada donde pasó doce días en terapia intensiva. Hoy, ya fuera de peligro, cuenta la historia con emoción y con una idea fija: “Volver a empezar”.
“Pensé que había chocado con el camión, estaba convencido. Y el enfermero me decía ‘tranquilo, el único muerto sos vos, y estás vivo’. Recién ahora me entero de todo lo que pasó”, dice entre risas nerviosas.
El caso de Fernando ya es considerado un caso de estudio por el equipo médico. No solo por la complejidad del rescate, sino porque demuestra el valor de que cualquier ciudadano sepa hacer RCP. “Fue la diferencia entre la vida y la muerte”, coinciden Fernando y Cristian. “En un día normal, sin esta red de vecinos capacitados, no hubiese llegado al hospital”.
En un contexto de tragedia generalizada, donde muchos lo perdieron todo, Fernando siente que ganó la posibilidad de vivir dos veces. “Hoy vivo el día a día. Nada de futuro. Disfrutar lo que tengo. Porque esta vez me tocó quedarme“.
