Mientras Bahía Blanca colapsaba bajo la tormenta, con calles convertidas en ríos, autos flotando y familias evacuadas a contrarreloj, en una casa de Tiro Federal comenzaba otra cuenta regresiva: la del nacimiento de Isabella. Sin ambulancias disponibles, sin rutas despejadas y con el 911 colapsado, sus padres, Victoria y Juan, enfrentaron una odisea para llegar al hospital. Entre la desesperación y la esperanza, lograron que la vida se abriera paso.
Victoria tenía fecha de parto para el 23 de marzo, pero el 7, con la ciudad en emergencia, las contracciones dijeron otra cosa. “Salimos de casa cerca de las 10. Ya en la cuadra anterior había un metro de agua. Intentamos ir hacia el centro, pero no se podía”, recordó Juan.
Con la Maternidad inundada, decidieron ir al Hospital Italiano. Desde su casa hasta el hospital hay unas veinte cuadras, pero las condiciones eran extremas. En la esquina de Sócrates y Punta Alta, la pareja quedó varada: el agua les llegaba por la cintura. Mientras los vecinos los contenían, Juan decidió correr hasta el hospital para pedir ayuda. “Con la adrenalina no sentía nada. Solo quería que llegáramos”, contó.
En el Italiano, le dijeron que no podían enviar una ambulancia, pero lo recibirían si lograba traer a Victoria. Y así fue: junto a un vecino solidario, Ignacio, que apareció con una camioneta, regresaron a buscarla.
Cerca del mediodía, entre el barro, la ansiedad y el amor, Isabella nació. Tras apenas 40 minutos de espera en el hospital. “Nos decían que era la primera bebé nacida en ese contexto, y la alegría fue enorme. Entre tanto caos, ella trajo luz”, dijeron emocionados.
Hoy Isabella está bien. Sus padres también. Y la historia que vivieron quedó grabada como uno de esos relatos donde la vida se impone incluso en los escenarios más adversos.
Esta entrada ha sido publicada el 7 de abril, 2025 15:25
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