Un mes después del temporal que transformó a Bahía Blanca en un escenario de catástrofe, las marcas siguen siendo visibles. En el sector del canal Maldonado, especialmente en la intersección de Pampa Central y avenida Buenos Aires al 1700, la destrucción no da tregua: calles abiertas, placas de hormigón colapsadas, casas deshabitadas, familias desplazadas y un canal que aún hoy arrastra agua con fuerza, como si el 7 de marzo no hubiese terminado nunca.
En este punto de la ciudad, pegado al barrio Noroeste, los vecinos todavía reviven el trauma. Muchos pasaron hasta ocho horas sobre los techos esperando un rescate que no llegaba. Las lluvias posteriores y el caudal constante de agua agravaron el daño: lo que eran losas ahora son escombros, y lo que eran veredas peatonales son pasajes intransitables.
Las autoridades municipales habían anunciado una segunda etapa de obras que incluiría la remoción de las placas más afectadas. Sin embargo, no hubo avances visibles. Por el contrario, el deterioro se profundizó con el paso del tiempo. En este tramo del Maldonado, incluso el suelo cedió, arrastrando consigo estructuras enteras.
A pesar de que algunos tramos del puente de Pampa Central están cortados por seguridad, el cruce sigue siendo utilizado por familias, chicos que van a la escuela, personas en bicicleta y motociclistas. No hay otra vía directa. La escena se repite a diario: un tránsito improvisado, lento y peligroso, sobre estructuras que podrían venirse abajo en cualquier momento.
En medio de la desolación, algunas mejoras son visibles: la basura que inundaba las calles fue retirada, el barro se secó y las veredas volvieron a aparecer. Pero en muchas casas, el interior sigue inhabitable. La humedad lo domina todo. Hay autos con hongos, muebles que aún están mojados, y ventanas que permanecen abiertas de par en par para ventilar ambientes irrespirables. Quienes se quedaron lo hicieron por necesidad; quienes se fueron no saben si podrán volver.
La reconstrucción del canal Maldonado se discute en mesas técnicas. Se habla de rediseñar el cauce, pasar de un formato trapezoidal a uno rectangular, ensanchar paredes y reformular los puentes que resistieron. Pero todo eso está en fase de diagnóstico. Mientras tanto, las alertas meteorológicas generan pánico. La ciudad ya sabe hasta dónde puede llegar el agua.
