Bahía

“Nunca vimos algo así”: el barrio Stella Maris, entre el miedo, el agua y el abandono

Compartir

El 7 de marzo quedó grabado en la memoria de los vecinos del barrio Stella Maris como una jornada devastadora. Las lluvias intensas convirtieron las calles en ríos, las veredas en arroyos y las casas en terrenos vulnerables. Muchos aseguran que jamás vivieron algo semejante. “Yo nací y crecí en Bahía Blanca. En todos estos años, nunca vi un diluvio como el que pasó ese día. Fue increíble, parecía que cruzábamos un arroyo en cada esquina”, contó un vecino.

La esquina de Misioneros y Estación Algarrobo fue una de las zonas más golpeadas. El agua arrasó con todo. Calles como Paroissien se transformaron en canales, donde colchones, cocinas y lavarropas flotaban entre la corriente. Una casa cercana a Cristo Redentor y Cramer terminó parcialmente socavada. Allí vivía una mujer que perdió la vida durante la tormenta.

Salimos a la calle como a las cuatro de la tarde y lo que vimos fue desolador. El barrio era otro. Nadie mostraba lo que pasaba acá adentro, pero Huaura y Leopoldo Marechal también quedaron destrozadas, con enormes zanjones abiertos por el agua”, relatan.

A los pocos días, comenzaron a llegar máquinas, camiones y equipos de trabajo. La respuesta fue rápida, pero insuficiente ante la magnitud de los daños. “El agua no nos da descanso. Es desesperante. No sabés qué va a pasar cada vez que llueven dos gotas”, señalan. El miedo se instaló como un nuevo residente en cada casa del barrio.

En medio del caos, se vieron escenas de desesperación. Un hombre intentó cruzar la corriente para llegar hasta sus hijos, que estaban solos. Otro vecino arrojó una soga desde su casa para intentar rescatarlo. No todos corrieron con la misma suerte. “Vimos cómo una mujer era arrastrada por el agua y no pudimos hacer nada”, lamentan.

Una vivienda que funcionaba como alquiler quedó al borde del precipicio. Su dueña logró salir con ayuda, segundos antes de que un poste de cemento cayera sobre el lugar. “Mi hijo la sacó justo a tiempo. Fue un milagro”, dice una vecina. En esa misma casa vivían dos mujeres con esquizofrenia, solas, medicadas, sin apoyo institucional. “¿Tan difícil es darles una vivienda prefabricada?”, se pregunta con impotencia. “No pido nada para mí, pero ellas lo necesitan urgente”.

Aunque las lluvias recientes no tuvieron la misma intensidad que las del 7 de marzo, el temor sigue latente. “Ayer llovió poco, pero todos estábamos afuera mirando hasta dónde llegaba el agua. Mi hijo filmaba cómo caían piedras desde arriba. Esto es traumático para cualquiera. Vivimos con miedo todo el tiempo”.

En Stella Maris, los vecinos ya no piden promesas: exigen acciones concretas. Rellenos, contención, obras hídricas. Porque en cada tormenta, sienten que el agua les arrebata algo más que pertenencias: les quita la tranquilidad, la seguridad y, sobre todo, la esperanza.

Esta entrada ha sido publicada el 31 de marzo, 2025 17:22

Deja un Comentario