“Me desperté con el agua al cuello. Apenas abrí la puerta, tuve que agarrar a mi familia y dejar la casa”. Con la voz quebrada, Néstor, vecino de la intersección de Avenida La Plata y calle Pacífico, relata uno de los días más difíciles que le tocó vivir. La reciente tormenta que azotó a Bahía Blanca no solo lo dejó sin casa ni herramientas de trabajo, sino que también expuso la desprotección total que sintieron quienes habitan en el barrio Noroeste.
En el lugar donde antes había una pasarela y una leve subida, hoy se ve un canal improvisado. “La calle Pacífico se transformó en un cauce de agua. La fuerza fue tan grande que destruyó todo a su paso”, cuenta mientras marca con la mano el punto exacto hasta donde llegó el agua, una altura que supera el metro. Las imágenes son contundentes: viviendas al borde del derrumbe, barro hasta las rodillas y vecinos intentando recuperar lo poco que les quedó.
Néstor no solo perdió su casa. También fue víctima de robos e incendios tras abandonar el lugar por la emergencia. “Cuando volvimos, habían saqueado todo. Rompieron el taller, hicieron un boquete en la pared y se llevaron herramientas, máquinas, un grupo electrógeno, una cortadora de pasto. Lo que no pudieron llevar, lo prendieron fuego”, cuenta con impotencia.
Él se dedica a la mecánica. Había invertido en una nueva máquina de escaneo para vehículos, recién traída de Brasil. “Toda una vida de trabajo en herramientas que ya no están. Y lo peor es que nadie nos ayudó: ni Defensa Civil, ni bomberos, ni policía. Tuvimos que evacuarnos por nuestros propios medios”.
La indignación crece cuando habla de la falta de respuestas oficiales. “Escuchamos que nos van a dar préstamos. ¿Esa es la ayuda? ¿Endeudarnos para recuperar lo que ya teníamos? No estamos pidiendo subsidios ni regalos. Queremos seguir trabajando. Pero sin herramientas, ¿cómo hacemos?”, se pregunta.
Hoy Néstor vive separado de su esposa e hijas. Ellas están refugiadas en otra vivienda, también afectada por el agua. Él permanece cerca de su taller para evitar más robos. “Necesito un alquiler urgente. Una vivienda para hoy. No podemos seguir así”.
En su testimonio se mezcla el dolor con la bronca. “Estamos al desamparo total. ¿Dónde estaba el Estado? ¿Qué hicieron las autoridades? ¿Dónde estuvo la protección prometida? Esto no fue un problema entre vecinos, fue una emergencia climática. Y volvimos a una zona liberada, arrasada”.
