La reciente inundación que afectó a toda la ciudad, dejó a localidad de Cerri con un saldo devastador. Entre los cientos de damnificados, Cristina Molina, vecina de allí, relató la odisea que vivió su madre, de 100 años, quien tuvo que ser rescatada en una situación extrema.
“Mi mamá estaba con la señora que la cuida cuando el agua llegó a los 80 centímetros. Tuvieron que sacarla a upa y llevarla a una obra en construcción. Luego, la bajaron con una grúa por la ventana, la subieron a un bote y la trasladaron hasta los bomberos, donde la asistieron y pasó la noche“, relató Cristina.
El desastre golpeó con fuerza. “Acá había ocho personas, pero esto fue un caos. Nos enterábamos de las noticias a medida que pasaban porque no había luz ni señal. Durante un día solo supimos que mi mamá estaba en los bomberos. Al mediodía siguiente pudimos buscarla en una 4×4 y llevarla a casa“, contó.
La magnitud de los daños es impactante. “Estamos limpiando, pero esto es un desastre. Hay gente que perdió todo. Afortunadamente, la solidaridad de Bahía Blanca es enorme. Particulares donan colchones, ropa y elementos de limpieza. Ayer, un señor vino con un colchón. A pesar de la tristeza, ver tanta ayuda reconforta”.
En su hogar, la marca del agua en las paredes evidencia el impacto de la inundación. “Mi hijo limpió todo, pero parece que no alcanza. Tuvimos que tirar colchones, muebles y hasta la cama de mi mamá. Sacamos una capa gruesa de lodo que cubría todo. El parquet del piso se levantó y hubo que retirarlo”, explicó.
Su madre, a pesar del golpe emocional, se encuentra bien. “Gracias a Dios, está bien, pero llora porque perdió todo. Cumplió 100 años la semana pasada, lo festejamos con una serenata con los vecinos. Jamás vivimos algo así. Cuando era chica, mi papá me llevaba a upa para cruzar cuando llovía, pero después hicieron desagües. Funcionaban bien, pero están sucios, sin mantenimiento, y eso agravó todo”.
El desastre afectó a casi toda la población. “El 99% de Cerri está bajo agua. En 20 minutos, el nivel subió medio metro y no dio tiempo a nada. En mi casa nunca había entrado una gota, pero quedamos sin luz y desconectados. Ahora debemos evaluar los daños, incluso estructurales, porque muchas casas tienen grietas y cimientos comprometidos“.
La ayuda sigue llegando, pero la reconstrucción llevará meses. “Nos trajeron donaciones, detergentes y alimentos desde la ex Lanera Argentina. Hay gente que hace largas filas para recibir ayuda porque nadie estaba preparado para esto. Los comercios están cerrados y todo es un caos. Mi mamá, que vivió aquí 70 años, siente que perdió todo, pero seguimos adelante“.
El drama de Cerri refleja la urgencia de medidas de prevención y mantenimiento de la infraestructura para evitar nuevas tragedias. Mientras tanto, la comunidad se une en un esfuerzo solidario para levantarse de la catástrofe.

Relatos de supervivencia y solidaridad
La tarde de la tormenta que azotó a la localidad de Cerri no dejó indiferente a nadie. Los vecinos que atravesaron la inundación cuentan cómo la desesperación y la impotencia se apoderaron de ellos al ver cómo el agua subía rápidamente, sin dar tiempo a la preparación. “No estábamos para nada preparados para una cosa así. Nunca pensamos que iba a ser tan horrendo”, expresaron los afectados, con la mirada aún marcada por la angustia.
Uno de los relatos más impactantes es el de una vecina que, al principio, pudo evacuar su hogar junto a su familia gracias a un gomón inflable. “Cuando vi que los bomberos pedían ayuda, no lo dudé. Inflamos el gomón y salimos porque todavía no había agua en casa“, contó. Sin embargo, la situación empeoró rápidamente. Otros vecinos fueron rescatados de techos y casas inundadas. Una familia con una abuela y sus nietos fue trasladada a un lugar seguro, mientras que una mujer con una pierna amputada tuvo que ser llevada a pie durante varios metros, con el agua hasta la cintura.
La solidaridad emergió con fuerza. “Nos fuimos organizando para llevar a todos al club Sansinena. En un momento, el club ya estaba a punto de colapsar y la gente empezó a caminar bajo el agua”, relató otra vecina, quien agregó que los más jóvenes fueron los primeros en salir, dejando a los ancianos y a los niños en el refugio. A pesar de la ayuda mutua, la situación era desgarradora, y muchos se lamentaron por no haber podido hacer más.
El impacto físico también fue notable. “Todos estábamos quemados por las botas de agua y las heridas se infectaron“, recordó una de las mujeres, quien sufrió fiebre y otras complicaciones. “Si tienen alguna herida, háganla atender porque las infecciones pueden ponerse graves”, advirtió.
La falta de recursos para enfrentar la emergencia fue otro de los temas recurrentes entre los relatos. La señal de emergencia desapareció, y muchos vecinos tuvieron que confiar en sus propios medios para salir adelante. “La falta de un bote de rescate, o incluso un helicóptero, fue lo que me dejó mal. Los bomberos querían llegar, pero no podían”, indicó uno de los testimonios más conmovedores.
La desesperación se mezcló con momentos de esperanza, como cuando un vecino rescató al perro del hogar, o cuando los más jóvenes ayudaron a otros a ponerse a salvo. “Vimos a un chico agarrado de un palo, a la otra cuadra, esperando que alguien lo rescatara. Eso fue lo más desesperante“, recordó otro vecino.
A pesar de las pérdidas y el miedo vivido, todos coincidieron en que la solidaridad fue lo que les permitió sobreponerse. “Lo importante es que estamos sanos, estamos salvos, con vida y con ánimos. Nos vamos distribuyendo, buscando cómo subsistir, sin luz y sin agua, pero con el apoyo de todos”, dijeron, destacando la importancia de la comunidad en medio de la tragedia.

LA COMUNIDAD SE UNE PARA AFRONTAR LA EMERGENCIA
La localidad de Cerri atraviesa momentos difíciles tras la fuerte tormenta que dejó a casi todas las viviendas inundadas. Desde el viernes a las 8 de la mañana, vecinos y voluntarios comenzaron a organizarse en el centro de evacuados, en coordinación con el delegado municipal, para brindar asistencia a los afectados.
Uno de los principales focos de ayuda ha sido la distribución de ropa y frazadas. Desde el sábado por la mañana, los voluntarios descargan camiones con mercadería y abren las puertas de los centros de acopio para entregar lo recibido. Entre los puntos clave de asistencia se encuentran La ex Lanera, que funciona como centro de acopio y distribución de agua y alimentos, y el Club Sansinena, donde también se reciben y entregan donaciones.
Sin electricidad y trabajando de sol a sol, los voluntarios hacen lo posible para atender las necesidades urgentes de la comunidad. Aunque ya se ha recibido una gran cantidad de ropa, aún hacen falta colchones, frazadas y sábanas, especialmente para adultos mayores que, en muchos casos, duermen en reposeras debido a la pérdida de sus pertenencias.
“La gente viene a buscar ropa, sobre todo para quienes están limpiando sus casas tras la inundación. El calzado también es muy solicitado, y lo poco que entra se entrega de inmediato”, explica una de las voluntarias.
