Los gatos son animales naturalmente independientes, una característica que proviene de su herencia genética como felinos. Según explicó Leonel Coriza, de TU MASCOTA, esta autonomía se debe a su instinto cazador y solitario, desarrollado a lo largo de los tiempos. A diferencia de los perros, que dependen mucho más de sus dueños, los gatos son capaces de resolver situaciones por sí mismos.
Para ilustrarlo, Coriza planteó un ejemplo: si una persona se va de viaje y deja a su perro y su gato en casa sin que nadie les provea alimento, el perro sufrirá la falta de comida, mientras que el gato, gracias a su instinto de supervivencia, buscará la manera de salir, trepar por techos o medianeras y cazar para alimentarse.
Este fuerte sentido de la independencia también influye en su comportamiento frente a cambios de entorno. Es común que los dueños de gatos noten que, al mudarse, sus mascotas se estresan y les cuesta adaptarse al nuevo hogar. Esto ocurre porque, a diferencia del perro, que genera un vínculo emocional con su dueño y lo sigue a donde vaya, el gato se apega más al territorio en el que vive y a la rutina que construye dentro de él.
Este comportamiento puede generar inconvenientes cuando se alteran sus espacios. “Si alguien cambia los muebles de lugar o modifica la disposición de la casa, es probable que el gato se sienta incómodo, incluso puede orinar fuera de su lugar habitual o aislarse hasta recuperar la sensación de seguridad“, explicó Coriza. En los locales de TU MASCOTA, por ejemplo, evitan mover a los gatos de un lugar a otro para no desorientarlos ni generarles estrés.
En relación con la humanización de las mascotas, Coriza destacó que la diferencia entre el apego de un perro y el de un gato radica en su naturaleza. Mientras que el perro forma un lazo afectivo con su dueño y lo sigue a todas partes, el gato prioriza la estabilidad de su hogar y necesita un ambiente predecible para sentirse seguro.
