Nadia Torres, una verdulera de Villa Rosas, denunció el desalojo de su puesto de trabajo ubicado en la esquina de Avenida Arias y Ecuador. Según relató, el operativo fue realizado por personal de la delegación municipal sin previo aviso, dejando sus pertenencias destruidas y su fuente de ingresos completamente desmantelada. Yo acá tenía mi puesto de trabajo. Sin avisarme, sin llamarme por teléfono, sin nada, se me llevaron todos los cajones que yo tenía dentro de la verdulería”, expresó con indignación.
El conflicto comenzó cuando un conocido le avisó que personal municipal estaba retirando su puesto. Al llegar, Torres encontró su verdulería desintegrada. “Yo tengo un puesto de chapa y tarimas. No había nada, estaba todo desarmado. Mis cosas personales tampoco estaban”, relató. La comerciante aseguró que, al acercarse a la delegación de Villa Rosas, le negaron haber intervenido, pero luego le confirmaron que sí habían sido ellos. “Me dijeron que si quería mis cosas, las podía llevar. Me las habían dejado tiradas media cuadra de la delegación. Todo roto: las balanzas, las chapas, las cosas de mis hijos”, detalló.
Torres, quien lleva más de un año y medio trabajando en el lugar, explicó que el puesto lleva 20 años en esa vereda y es un punto de referencia en el barrio. “Lo conoce toda la gente. Nunca tuve un conflicto con nadie. Al contrario, cuando llegamos, limpiamos el lugar. Antes se juntaban borrachos, se drogaban, y nosotros lo dejamos todo ordenado. La gente del barrio siempre nos apoyó”, afirmó.
Desde la municipalidad, argumentaron que el desalojo se debió a que el puesto no contaba con la habilitación correspondiente y ocupaba espacio público. Sin embargo, Sebastián Martín, el marido de Nadia, reclama que nunca recibió una notificación formal ni la oportunidad de regularizar su situación. “Necesito una respuesta del intendente. Que me dé mi lugar, mi puesto de trabajo. No pido más nada, solo trabajar como lo venía haciendo”, sostuvo.
Martín, destacó el esfuerzo que implica mantener su negocio. “Me levanto todos los días a las 5 de la mañana, voy al mercado y termino a las 10 de la noche. A veces tengo que llevar a mis hijos porque es nuestra vida, nuestra forma de salir adelante”, expresó con emoción.
El caso ha generado repercusión en el barrio, donde vecinos y clientes de Torres la apoyan y cuestionan el accionar municipal. Mientras tanto, la comerciante espera una solución que le permita recuperar su fuente de trabajo y reconstruir lo perdido.
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